jueves, 10 de febrero de 2011

Somos un círculo

Me veo en mi espejo rosado, mi fiel acompañante de todos los días mientras estoy en mi escritorio (a.k.a PC), al principio era algo incómodo ver mi reflejo borroso todo el tiempo como si fuese el fondo de una foto tomada por una cámara profesional. Me veo en el espejo, espejo que compré el año pasado llegando de viaje en Jesus María a una señora que atendía en una de esas tiendas donde venden también maquillaje, entre otros productos femeninos.

Veo mis uñas ya cada día mas despintadas y se van rompiendo ya sea por las (pocas) actividades que realizo durante el día o porque a veces las preocupaciones que yo misma las atribuyo de tormentosas, me carcomen y hacen que por arte de magia mi mano ya este en mi boca mordiéndome las uñas. Veo mis uñas pintadas por una manicurista en un sitio en Jesus María donde solo se dedican a la manicure, depilación, entre otras actividades para el acicalamiento de la mujer.

Veo mis cejas ya algo pobladas en la parte inferior. Por más que las trate de emparejar cada cierto tiempo inmediatamente van creciendo, ya que tengo cierta tendencia a ser cejona, pero me gusta asi me doy el lujo de darles la forma que quiero y mantenerlas gruesas. Veo mis cejas que me las depiló una señora en el mismo sitio donde me hago la manicure a veces, en el mismo sitio donde me depilé por primera vez y lo he hecho por 3 años en el mismo sitio. Por supuesto, todas mujeres.

Veo mis dos trenzas de hilo. Coloridas, como a mí siempre me ha gustado. Aunque yo no soy de simbologías ni tampoco de supersticiones, yo misma le he dado un cierto significado a las trenzas. Solo me hago trenzas en lugares donde los momentos han ido cociendo recuerdos en mi. Recuerdo para toda la vida, momentos irrepetibles. Por arte de magia, cuando siento la necesidad de hacerme alguna trenza, siempre aparecen las mismas señoras o chicas muy jóvenes -casi siempre extranjeras- que se dedican a hacer trenzas. Es fascinante tener conversaciones con ellas, que me empiezan a contar sus vidas, los lugares que conocen o sus futuros planes ligeramente dejados al azar, mientras cosen en mi cabello largo -una de mis partes favoritas de mi cuerpo- recuerdos. Siempre han sido mujeres. Mujeres extranjeras, pero siempre mujeres.

Veo mis pantuflas rosadas, que ya casi parece gris en vez de rosado por la cantidad de veces que las uso. El calzado que más uso son mis pantuflas, no tacos, ni botas, ni zapatillas: pantuflas. Han vivido un año exactamente, fieles acompañantes de viajes, han conocido lugares en el interior del Perú, así como el exterior. Viajeras resultaron. Son rosadas porque yo las escogí, no porque mi mamá me las compró sin avisar. Me encanta el color rosado aunque hace tiempo haya dejado de ser niña o haya dejado de jugar con muñecas. Las compré en el mercado de Breña por una emergencia, aunque no negaré que para no gastar mi dinero en otras compañías de maquillaje, prefiero comprarme mis delineadores y esmaltes en el mercado ya que nada pasa de un sol. Ah si, claro, se las compré a una señora.

Veo todas mis botas arrinconadas, pareciendo una pirámide trunca. Negras, plomas, marrones, tacos negros también, sandalias, entre otros calzados. Él unico par de zapatillas que tengo también esta presente por ahí. Ninguno de esos zapatos las he comprado en una boutique de algún centro comercial. Muchas las he comprado en Trujillo, traídas de Europa o de Estados Unidos, o -como fiel caserita- en Jesus María. Sin duda alguna, me encanta tener zapatos, pero me gusta más saber el hecho que los compré en el sitio perfecto, donde son únicos y baratos. Soy muy quisquillosa a la hora de comprar, puede parecer tacaña, puedo parecer exigente, pero siempre confío que hay ese lugar perfecto donde las cosas sean bonitas y baratas. A parte que es muy genial comprar en Jesus María donde comparto por unos minutos ese placer de vestirme bien y escoger la ropa con completas desconocidas que simplemente tratan de convencerme por cualquier vestido o polo, con tal que les compre. De igual manera esos minutos que poca gente cercana a mi aguantaría estar a mi lado mientras compro ropa, prefiero estar sola y compartirlo con las vendedoras, por supuesto, mujeres casi siempre.

Veo mi grupo de peluches que he ido coleccionando mientras pasaba mi infancia y mi pubertad, hasta que un día aparecieron más de 10 peluches completando una colección que pareciera de una niña que gustaba mucho de los peluches. Esos 10 peluches los compré cada uno a un sol en una feria en Tacna, a mujeres bolivianas que parecían no saber el valor de todas las cosas que llegaban de Estados Unidos, la basura americana. Estaban en muy buen estado, casi como nuevos, son cosas que nunca se llegaron en vender por más que pusieron "SAIL" en las etiquetas. Luego los llevan a las fronteras de países sudamericanos, donde se libran de los impuestos. Gente como yo, que es en cierta forma, es tacaña y quisquillosa en escoger las cosas, terminan yendo a lugares como esos y terminan amando el hecho de comprar y estar gastando en algo que definitivamente su valor es mayor. Veo la etiqueta de un peluche de conejo que no quise arrancar la etiqueta para quedarme con el recuerdo: 8 dólares. Yo lo compré a un sol. Si tan solo les haría entender a todas esas mujeres que vendían que perdían una gran oportunidad con lo que tenían, pero lástima, no sé quechua o aymara.

Veo también la cantidad de perfumes sin tapas, de cremas que han permanecido cerradas por años, que generalmente me regalan en Navidad o por mi cumpleaños. No soy una amante ni aficionada por los perfumes, pero siempre me gusta oler bien. Tampoco soy aficionada por las cremas -aunque cualquiera que entraría a mi cuarto pensaría que sí- pero me gusta mucho echarme en las piernas cuando uso shorts o vestidos. Es la sensación de suavidad y el olor que dejan en mis manos lo que me encanta de echarme cremas, claro que a simple vista parece que no me echo nada. Todos esos regalos, que generalmente, dan la apariencia de haber sido comprados a último momento o para no quedar mal, han sido generalmente de mujeres. Los hombres suelen regalar bijouteria para no tener que llevar ninguna caja con envoltura femenina o alguna bolsita con papel seda, por eso deduzco, que han sido mujeres.

Luego, volteo, como si fuera la otra cara de la moneda. La cantidad de libros que tengo, la mayoría esperando ser leídos algún día, pero ya han sido ojeados. Veo el lomo de cada libro, veo los autores: Gustave Flaubert, Carlos Fuentes, Rómulo Gallegos, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, William Shakespeare, Ricardo Palma, Julio Verne, entre otros. ¿Algo en común? Hombres.

Veo el DVD más cercano a mi. La portada es en primer plano el rostro roto de Natalie Portman, como si fuese una muñeca. ¿Pero quién fue el que dirigió esa película que inmediatamente se convirtió en una de mis favoritas? Darren Aronofsky. Hombre. Debajo de ese DVD, se encuentra otra de mis películas favoritas. Nuevamente en primer plano la cara de la protagonista, pero fue obra maestra de Julio Medem.

Veo mi reproductor de iTunes. Bajo toda la lista de 2025 canciones haciendo ruido con la rueda de mi mouse. La gran mayoría son grupos masculinos, solistas masculinos y más hombres. Lista interminable de canciones de The Beatles, The Doors, Flaming Lips, Led Zeppelin, Queen, Passion Pit, entre otros grupos de todo tipo de rock, electrónica y musica clásica más que todo. Mayoría: hombres.

Veo el temario de mi examen de el próximo martes. Estoy en un punto que he llegado a odiar a este grupo de ojos engrapadas. Hasta parece que en algún momento las he pisado sin darme cuenta por las manchas que tiene. Dicen que cuando alguien no quiere algo o no le gusta algo que tiene, no lo cuida inconcientemente (como mi estupenda relación con mis lentes). Llego a la parte de "Bibliografía recomendada". Libros de historia y literatura. Autores hombres, hombres y más hombres.

Lo que más me apasiona, lo que es importante, como lo que tengo que estudiar, películas, música, entre otras cosas, todo, la mayoría que está a mi alcance son creaciones del sexo masculino, y no solo eso, que yo sé quienes han sido, sé los nombres, está muy claro ahí.

Las cosas, en cierto punto, mas irrelevantes y triviales, como perfumes, maquillaje, ropa, los he obtenido gracias a mujeres. No es que minimice a las mujeres -yo soy mujer- pero, ¿por qué no tengo en mi pila de DVD's películas dirigidas por mujeres? ¿por qué en mi reproductor no abundan más mujeres? ¿por qué en mi escritorio no hay más libros escritos por mujeres? ¿Por qué las mujeres no están más presentes en cuestiones que los hombres siempre han tenido mas presencia, si esta comprobado que hay más mujeres que hombres en el mundo?

Puedo decir que soy feminista, pero el hecho de decirlo es aceptar y resignarme al mundo machista en que vivo. Más aún viviendo en Sudamérica, países donde carece una educación más moderna, porque el machismo ya es una forma de pensar, en un estilo de vida y la educación es la única forma que se puede cambiar esas ideologías denigrantes para las mismas mujeres que viven en un machismo profundo.

Como bien leí una vez, aceptemos que el machismo es un problema tanto para hombres como mujeres y hay que verlo desde un punto de vista más político. ¿Cómo cambiar el pensamiento de una sociedad? Una sociedad consta de varios grupos de generaciones, generaciones que ya vienen con ideologías implantadas por el tiempo y las circunstancias vividas. No nos queda nada más que decir la típica frase que nos hace sentir mas aliviados pero no arregla nada: "poco a poco". Poco a poco, pero primero hay que darnos cuenta de ciertas cosas que son muestras claras de comportamientos claros de machismo, pero ya estan tan inhertes que ni nos damos cuenta. Para cambiar el futuro, primero hay que cambiar nosotros mismos.

Desde el simple hecho cuando escuchas a un hombre decir que "a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa". ¿Entonces a un hombre si lo puedes golpear con el tronco de un árbol? No es cuestion de quién es mas fuerte o no, o que la mujer es inmaculada, inocente y débil. Es cuestión de respeto. Tanto al hombre como a la mujer se le respeta por igual. A ninguno más que al otro, ya que, al fin y al cabo, somos de la misma especie.

Pensamientos que no parecen machistas, pero sin son rezagos de un machismo que ha ido de generación en generación, peor que un mito. Que perdurará si nadie se da cuenta a tiempo de ideas de tanto calibre que ni nos damos cuenta que se trata del mismo machismo, si la educación no cambia. Pero luego caemos nuevamente en la misma frase de "poco a poco". Y es que la verdad es que nada te da resultados inmediatos, han habido cambios en el transcurso de la historia, pero el humano es un ser tan complejo, que asi como creamos y mejoramos, también destruimos con el afán de mejorar, de alcanzar la perfección, tanto así que uno ya se olvida por qué lo haces.

No es cuestión tampoco de matarnos en pensar en cómo incertar a las mujeres en este mundo machista. Simplemente es cuestión de darnos cuenta que las mujeres estan al lado de los hombres, no atrás. Que las mujeres, ya están incertadas en esta sociedad desde que existe la humanidad, siempre hemos estado presentes, solo que siempre ha estado vigente esta dominación masculina y las mujeres mismas lo han dejado fluir con la victimización y la resignación.

No somos símbolos, no somos las débiles, no somos las musas, no somos las eternas protegidas. Somos mujeres, tan fuertes, tan frías, tan prácticas como los hombres a veces. Los adjetivos no se pueden deducir por tu sexo, cada uno es diferente a su manera y no por el hecho de ser hombre o mujer.

Tanto puede estar presente el machismo en una sociedad como la nuestra, que aunque quiera evitarlo ya hay ideas implantadas, aunque mis propios padres esten en desacuerdo con el machismo. Tanto así que comencé a escribir dando a relucir que no hay equidad de sexos en mi propio cuarto, pero como dije antes, no es cuestión de matarme pensando en como incertar más elementos femeninos, sino de darme cuenta, dónde estan presentes y que no son menos importantes que los otros. Sino igual o más.

El blog para el cual escribo en este mismo instante lleva el nombre de una mujer. Escucho ahora a Florence Welsh, prueba clara que no solo hay buenos compositores hombres, sino genios como ella. Hablo con una de mis mejores amigas ahora. Me miro al espejo y ¡Oh sorpresa!, la protagonista, la autora, la que escribe, es nada más ni mada menos que mujer. Y estoy aquí por una mujer, que también ella está aquí conmigo, amiga incondicional, por otra mujer y asi sucesivamente.

Tanto hombres como mujeres estamos aquí gracias a una mujer y la vida, lo hace todo, es el origen, el comienzo, la creación. La mujer es un círculo, sin principio ni fin. Tan compleja, tanto misterio. Quizás por eso nos tomen como musas, pero es que no somos ni más ni menos que los hombres. Simplemente cada persona es a su manera, cada mujer es complicada a su manera, cada hombre es incomprensible a su manera. Cada uno es por lo que es y no podemos llenar de adjetivos a una persona o de prejuicios simplemente por el hecho de tener el órgano masculino o femenino.

Pero eso sí, me encanta ser como soy. Y ser mujer es parte de lo que soy, me completa.


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