domingo, 30 de diciembre de 2012

En verano hará frío.


No más flores amarillas. No más sol escandalosamente amarillo. No más piel bronceada. No más ver mis botas con lástima y no poder ponérmelas por el calor infernal. No más sauna urbana. No más dramas, no más problemas.

El invierno me espera, el invierno me espera. El sosiego me espera, la tranquilidad también. ¿Felicidad? Sería muy esencialista para decir que me espera, ya que lo encasillaría solo en algo para mí. Sin embargo, me temo que al escribir esto, estoy con una sonrisa en mi cara. Sí, tal vez me esperas.

Lola, serás bienvenida de vuelta al gran parque de diversiones.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Una y otra vez

Si pienso todo el día en otras cosas, ¿por qué algo que no he pensado en meses, años está en mi cabeza? Y no como pensamiento, sino como sueños. 

Supuestamente los sueños son espejismos de nuestra propia realidad o generalmente soñamos con lo último que hemos estado pensando antes de acostarnos o algo relacionado a lo que nos ha sucedido durante el día. Pero, si no he estado pensando en eso últimamente, ni mucho menos sucedió algo que me haga pensar en eso, ¿qué pasó con mi mente? ¿Serendipias? ¿Le haré caso?

Todo pasa por algo, recuerda.

sábado, 8 de diciembre de 2012

You can't hold me down

Adelaide no es, pero la letra y la canción, sí.

I should pray for Adelaide
But she wouldn't win this figh
tBlack and blue dear Adelaide
So many scars to hide

Waving my hands
You don't break
You don't understand
Lie to my face
Run away
You're just that kind of man

Every moment I surrender
Such a waste of love
You can't hold me down boy
Tell me what the hell you want
And I don't wanna cry about it
I don't wanna fight about it
I just gotta let go, I just gotta let go
I don't wanna cry about it
I don't wanna fight about it
I just gotta let you go

I should pray for Adelaide
But she don't hear a goddamn word that I say
Oh, I'm so ashamed of Adelaide
How do you justify every moment he takes
Waving my hands
You don't break
You don't understand
Lie to my face
Run away
You're just that kind of man

Every moment I surrender
Such a waste of love
You can't hold me down boy
Tell me what the hell you want
And I don't wanna cry about it
I don't wanna fight about it
I just gotta let go, I just gotta let go
I don't wanna cry about it
I don't wanna fight about it
I just gotta let you go

And I'm buried in the silence
My eyes are closed
Got me like a spider
Trapped in your...

You can't hold me down boy, you can't hold me down.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Desapareciste

Me doy vergüenza. Me he dado cuenta que extraño y que aun sigo queriendo a alguien ya no existe, que murió el jueves. Sigo queriendo a alguien que me demostró por un momento que me quería y que quería hacerme feliz. Pero esa persona ya no está, se fue. ¿A dónde? No lo sé. Lo que sí sé es que hoy, a las diez de la mañana estaba al lado de una persona tan fría, tan estrecha de mente, tan cruel y tan estúpida.
Son los mismos ojos dormilones, la misma ausencia de nariz y esos rulos que me matan, pero ahora de su boca no salen más que cuchillos o balas. Pareciera como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros, pareciera como si yo hubiera hecho algo tan malo para merecer todo esto. Pareciera como si yo nunca le hubiera hecho ver el mundo de otra forma y simplemente fingió hacerlo para complacerme, y se cansó de fingir
.
Recuerdo que días anteriores a que desaparezca el chico que yo quise, hablábamos sobre viajes en el tiempo. Recuerdo que le encantaba la física y me trataba de explicar varios teorías pero que por el momento era imposible realizar algo así. Pareciera como si ese chico que yo conocí en un inicio, que era tonto, inmaduro, que no veía más allá de la realidad viajo en el tiempo y llegó el viernes. Y de un momento a otro volvía a cometer los mismos errores que antes, la inseguridad lo carcomió como antes, y pues por eso no sé si ese chico ha viajado al futuro o es que simplemente su reloj interno de experiencia y cosas aprendidas empezó a girar en reversa. Lo último me hace sentir que todo lo que viví, aguanté, soporté, besé, hablé fue en vano
.
Cuando vi que se tapaba los oídos, lo vi a él de niño. Cuando veía que me miraba volteando los ojos y sin querer escucharme veía a ese niño que detestaba que le recalquen las cosas malas que hace. Recuerdo que él me contaba que cuando éramos amigos y yo le decía algo que no le gustaba, cerraba la laptop. Pues, ha vuelto ese niño. Yo me enamoré de ese niño porque creí en él, creí que había alguien más atrapado dentro de esa imagen y descubrí a una persona maravillosa. Ahora pienso que solo fueron espejismos.

Ese niño regresó e hizo lo que se venía en gana. Dicen que las personas más crueles y con menos tino son los niños. Este niño reconoce que hace todo eso y no le importa, total "ya acabó". No se trata que acabó, ya que actúa como si nunca me hubiera querido, como si nunca hubiera mejorado, como si nunca hubiera madurado aunque sea un poco. Egoísmo y egocentrismo en su máxima expresión y a él no le importa, porque total, según él, el hecho de no estar comprometido con alguien no le exige nada a su personalidad. Las incoherencias vienen y van, los actos crueles e hirientes también, y el no entiende qué es lo que hace de malo, y si hizo algo de malo pues ya no le debería afectar a nadie según él.

Vi al mediodía a alguien del cual yo no estoy enamorada. Me duele tanto que la persona que si amaba e incluso amo aún simplemente se fue, como él decía, al Tártaro. No sé quién es ese chico de los ojos dormilones, no sé quién es. Solo sé que es un niño cruel, egoísta y engreído, a quien no le importa nadie ni nada; y se esconde del compromiso a los demás con la excusa de que su personalidad hace mucho daño y merece estar solo. Pues, entonces, eso no solo es ser niño, es ser un idiota, un mediocre. Todos somos inmaduros en ciertos aspectos, así como todos somos ignorantes en ciertos aspectos, pero no todos hemos nacido con una mente tan deficiente y estrecha como la de él o mejor dicho con la incapacidad de querer mejorar, de salir de una segunda dimensión y ver más allá de lo literal.

Luego de haber llevado un curso de lingüistica, podría decir que su deficiencia es un problema de lenguaje aunque no parezca, un gran problema de pragmática en donde para él no existe la implicatura ni lo implicado. Todo tiene que ser literal, y no solo eso, se tiene que repetir muchas veces. Son problemas del receptor y su saber del mundo, y quizás, sus faltas de ganas de querer entender. Simplemente no se puede hablar con él de algo que trascienda ligeramente lo banal o superficial, su mente se aturde y se abruma. En conclusión es problema de pragmática y también de no haber acostumbrado a la mente a pensar.

Me siento como Lux despertando en el campo de fútbol después de haber tenido relaciones con el pendejísimo e inmaduro Trip Fontaine. Lux despertando al día siguiente, sola, confundida, triste y él simplemente ya no está. Pero descuiden, la justicia divina existe, y peor aún, el arrepentimiento. "Y por más que me maten 1000 veces, yo volveré a nacer" y cada vez más fuerte.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Hipercubo


Recuerdo cuando escuchaba "Reforma" dando vueltas sonriendo.

Son las hojas que escribí ayer
El lenguaje que quedo en tu piel
Fue la tinta a toda intención
De dejarte lo que soy

Y poco a poco,
Cambio mi ocio
Cuando veo ya no estás
Y hasta me quedé hasta el final

Y me creí tan especial
Qué ingenua, mi torpeza
Y me sentí, tan esencial
Qué ingenua, mi vergüenza
Me olvidaste, por mi parte
Qué mediocre…

Me encanta escucharte hablar
Qué elegancia hacerte sentir mal
Solo quiero que quisieras hoy
Demostrarte lo que soy

Y poco a poco,
Cambio mi odio
No quisiste algo más
Y me quedé hasta el final

Y me creí tan especial
Que ingenua, mi torpeza
Y me sentí, tan esencial
Qué ingenua, mi torpeza
Me olvidaste, por mi parte
Qué mediocre…

domingo, 2 de diciembre de 2012

Orgullo perdido


Lady Blue.

Extraño esos ojos dormilones. Extraño la bemba pequeña. Extraño la ausencia de nariz. Extraño los rulos romanos. Extraño tus colores en tu ropa y la camiseta del Boca. Extraño verte llegar moviendo los hombros y caminando de lado a lado. Extraño tu voz en las mañanas, tus “Buenos días”. Extraño cómo te quedabas dormido mientras hablábamos por teléfono en las noches y yo decía mis monólogos existenciales. Extraño nuestro verano que pensaba que se iba a repetir pero ya no. Extraño estar echada contigo en el pasto, riéndonos, hablando. Extraño estar echada contigo en nuestra manta. Extraño que tú lleves tu comida y yo la mía, e intercambiarlas como niños que intercambian sus loncheras. Extraño estar contigo en clases, comentarlas y reírnos de todos (qué rajones éramos). Extraño estudiar contigo, entre chanchadas, bromas, besos discusiones, para luego ver nuestras buenas notas, que el secreto para sacarnos buenas notas somos nosotros juntos. Extraño nuestro blog que dejamos abandonado y que tú mismo propusiste hacerlo. Extraño que me cantes las canciones de Calle 13 al oído. Extraño escuchar a Cocorosie, Sufjan Stevens, The Beatles echados en tu cama. Extraño tu colchita de Star Wars. Extraño ver Stumbleupon y todos los programas de concursos en Youtube. Extraño nuestras curiosidades compartidas, nuestros diálogos dignos de hacer un libro al estilo de Platón. Extraño ver cómo cada día que pasaba aprendías algo nuevo, cambiabas para ti y eras mejor persona. Extraño ver tu cara de falsa modestia cuando te sacabas un 20. Extraño ponerme picona cuando yo me saco un punto menos que tú. Extraño la sensación de felicidad que sentí cuando me dijiste que sacaste 20 en Arqueología, te juro que jamás me sentí tan feliz por alguien más. Extraño que te coles a mis clases de Realidad Social, a pesar que eran muy tarde. Extraño que me alientes por un curso que me va mal, como lo hacías en Filosofía Moderna, no sabes cuánto valían tus palabras. Extraño el cambio radical que sentí en ti en el tercer ciclo y que nunca había sentido tanto cariño desde una persona. Extraño cómo te preocupabas por mí cuando hacía trabajos hasta tarde o estudiaba y tú te quedabas acompañándome. Extraño nuestros planes sobre nuestro viaje a Cusco. Extraño tomarme fotos contigo, muchas, muchas fotos. Extraño que cuando cometías un error antes, me tratabas de escuchar y comprender al máximo. Extraño ver tu carita de desconcertado de hacer todo tu esfuerzo por entenderme y ver cómo te costaba, pero lo hacías igual. Extraño cuando te salían lágrimas de impotencia cuando no me entendías y me veías mal. Extraño que a veces tus abrazos y tus besos, valían mucho más que unas palabras para hacerme sentir mejor. Extraño comer menú al frente de la universidad contigo y quedarnos hablando por horas hasta que la gente llegaba a chupar. Extraño morderte los dedos y el hombro hasta que me des cabezazos  Extraño que siempre tengas la mano en los pectorales protegiéndote de mí. Extraño cuando te fijabas en mi ropa y decías "bobitos". Extraño esa vez que fuimos a comprar nuestras mochilas. Extraño cuando te metías en el bolsillo nuestros celulares y movías la pierna. Extraño cuando probabas el refresco para saber si era el que me gustaba. Extraño ir a comprar libros para ti y demorarme horas escogiendo el indicado. Extraño ir a Starbucks contigo, extraño ese día que fuiste por primera vez y la cara de placer cuando probaste el Frapuccino de fresa. Extraño que me acompañes a mi casa y estar abrazados en el carro. Extraño ir a Quilca contigo y comprar libros de a sol. Extraño nuestro Quilca de las comidas (como tú lo bautizaste). Extraño ir a San Marcos y simplemente caminar en el caos de la gente. Extraño agarrarme de tu brazo por más que a veces pensaba que era una especie de sumisión, pero lo hacía por inercia. Extraño el diofhosdihfbuffetiohfohifdg. Extraño ese día que terminamos tan llenos que vomitaste. Extraño ver como a ti te gusta todo lo que a mí me gusta. Extraño que me hables de atletismo, de la videna, del vale todo, del tae kwon do (tengo que admitir que ese es mi tema favorito), de Usain Bolt. Te extraño a ti, mi crítico de fútbol. Extraño verte jugar fútbol a pesar del miedo que sentía que me caiga la pelota. Extraño ver ganar a tu equipo. Extraño verte con ese uniforme granate. Extraño nuestras vueltitas de salsa que hacíamos en plena calle. Extraño cuando te enseñaba a bailar en tu cuarto. Extraño el día que fuimos a tu azotea en verano, tomamos vino y bailamos en pleno atardecer. Extraño cuánto te gustaban mis fotos, y cómo las analizabas. Extraño cómo te fijabas en cada detalle mío. Extraño cómo me echabas la culpa de la muerte de Spinetta, luego de que tú y yo abusáramos auditivamente de él. Extraño cómo combinábamos nuestros himnos: Brindo, Cuentos Modernos, Una nueva historia violenta, Cementerio Club. ¿Y te acuerdas de las antiguas? Tabaco y Chanel, La vuelta al mundo, Muerte en Hawaii, El hombre que no podía dejar de masturbarse, Guerras perdidas, My Little Girl, Mr. Curiosity, mi novio Gremlin. Extraño que absolutamente con todas esas canciones hemos hecho el amor y de maneras muy lindas. A veces pienso que escuchar Lady Blue tantas veces hace unos días, fue una especie de augurio. Extraño ver tu sed de saber más de ciencias, de física, de astronomía, de historia, de películas, de música. Extraño como compartías conmigo cada cosita nueva que aprendías. Extraño que los días que te ibas dando cuenta de los errores que cometías yo estaba a tu lado abrazándote. Extraño lo mucho que me hacías reír con tus frases, y que me aguantaba reírme con tus chistes monses. Extraño comprar una Dominator, ir a PHD, y todos nuestros excesos que me hicieron subir tantos kilos que ahora estoy perdiendo poco a poco. Extraño que lleves todas las mañanas un pan de emolientero porque sabes que nunca desayuno. Extraño bailar contigo latin pop en un quinceañero. Extraño verte con terno y yo con vestido y tacos. Extraño ver tu fondo de pantalla con mi nombre. Extraño que me exijas cantar. Extraño ver tu iTunes lleno de mis canciones. Extraño nuestro único viaje que hicimos a Ica. Extraño tu comprensión cuando me ponía a pensar en estupideces y decía estupideces. Extraño la manera como me tocabas, como me hacías llegar. Extraño la manera como me besabas, nunca faltaba un mordisco. Extraño tu olor, tu perfume que tenía tu esencia. Extraño que me hables de mitología griega. Extraño sorprenderme con lo mucho que sabías en ciertos temas. Extraño que me digas todos esos nombrecitos con los que me bautizaste. Extraño nuestro mundo ñamístico que creamos, ¿dónde quedó? Extraño que mandes todo al tártaro, ¿ahora qué hay en el tártaro? Extraño tu risa descontrolada cuando te hacía cosquillas o cuando veíamos algo gracioso en internet, la última vez que la escuché fue el jueves. Extraño que soportes mis pataletas en Estadística cuando no entendía. Extraño ver nuestra foto en mi celular. Extraño la pulsera morada que te compré en Trujillo. Extraño los tallarines que hacían en tu casa. Extraño cuánto extrañabas tu tortilla de tallarín. Extraño tu hombro derecho. Extraño agarrar tu mano. Extraño tus abrazos tan seguros. Extraño como me mordías los cachetes. Extraño lo mucho que te encantaba jugar con mi pelo. Extraño que te pongas todo provocador y salvaje por msn, celular o en persona. Extraño que seamos buenos clientes en Wong. Extraño planear nuestros horarios y estresarnos juntos. Extraño comprar contigo los dulces baratos que venden afuera de la universidad. Extraño amanecerme contigo haciendo trabajos. Extraño caminar largas rutas contigo. Extraño el Cocharcas y el Huandoy. Extraño salir contigo a la primera hora de Estadística para irnos a tomar yogurt, comer helados o una ensalada en Mundo Light. Extraño acumular los 10 tickets para Elos contigo. Extraño tu daltonismo. Extraño tu mirada de costado y que luego te dolían los ojos. Extraño ver películas contigo en tu laptop. Extraño ese día que no querías comprar Raspadillas por rochoso. Extraño que me digas que yo también lo era, porque es verdad. Extraño que me digas que celebre tus gracias. Extraño lo tragón que eras. Extraño que te despidas de mí como un vaquero. Extraño ver cómo te alejabas en una bicicleta. Extraño nuestras conversaciones por webcam. Extraño cómo rajábamos de los enanos (tú sabes, esos seres). Extraño cómo admirabas mi extrema puntualidad, pero aprendí a serlo contigo. Extraño tu daltonismo. Extraño tu TDAH. Extraño tu hipermetropía. Extraño esas noches que veíamos el cielo y cómo las nubes se movían tan rápido y las estrellas brillaban tanto. Extraño nuestra accidentada primera vez. Extraño nuestro mundo lleno de memes. Extraño nuestras miradas coquetas en Estadística (con Osorio), no nos conocíamos pero no mirábamos. Extraño cuando te proyectabas conmigo idealistamente. Extraño acabarme el saldo de mis mensajes contigo. Extraño escupirte agua del bebedero. Extraño esas escasas veces que dijiste que era perfecta. Extraño cuando me decías hermosa. Extraño que quieras ser mejor para mí. Extraño que quieras demostrar que me quieres por más que no puedes. Extraño que hagas cosas por mí. Extraño que me quieras sinceramente y que me digas que nunca lo dejarás de hacer. Extraño que si bien estás en un proceso de cambios y confusión, en lo único que te veía seguro era conmigo. Extraño cuántas cosas planeamos juntos, lo mucho que luchamos por los dos y ahora eso desapareció. Extraño tu analogía del edificio por construirse: lo peor de todo es que no lo destruiste piso por piso, sino trajiste un demoledor y listo.

Quizás tu no extrañes nada de mí, ni nada de esto. Tal vez tu universo, nunca fue el mismo que el mío.

¿Qué hice mal? Mi único error fue elegir una caja pequeña. Cómo no me va a costar tanto superarlo después de cada instante, después de todo mi esfuerzo, después de cada palabra tuya, cada promesa. Si bien fuiste una caja pequeña, por un año demostraste que no eras una caja, sino una mente que cada vez se expandía por sí mismo por ti y por mí. Pero la cobardía te invadió, la confusión, la inmadurez a no querer escucharme y en vez de tomarlo como palabras, sino como sonidos.

“Me encanta tu inmadurez. Me encanta cuánto me cuesta poder adaptarme a tu inmadurez. Me encanta ver cómo te haces más maduro de a poquitos. Me encanta tu falta de tacto y que a ti te encante el mío. Me encanta que reconozcas tus errores y trates de remediarlos. Me encantas cómo quieres ser mejor para mí (diría en general, pero sé que te la suda). Me encanta que me hayas dejado verte crecer junto a mí. Me encanta que seas un edificio en construcción.”

Eso lo escribí ya hace un año y sí que las cosas han cambiado, y hemos pasado por mucho. Sin embargo, sabes bien que si regreso el tiempo al jueves, me darías la razón en esa cita, pero el viernes simplemente es todo lo contrario. Un final como este, con tanta indiferencia, insensibilidad, pareciera que no vivimos todo lo que “extraño”. Ni siquiera la letra de Lady Blue se amolda a esta situación, porque no fue horrible nuestro año. Tu inmadurez no me encanta, la detesto, porque eso nos mató.

Hubo cosas buenas, hubo cosas malas. Evidentemente no extraño las cosas malas, las cosas diminutas y estúpidas, pero cuando te arrebatan todo de un trancaso, lo único que quieres es regresar el tiempo aunque haya cosas malas, con tal de revivir lo bueno.  Lo peor de todo es que justamente fue un trancaso porque para mí no eran recuerdos buenos los que iban a revivir en mi mente, sino un futuro que era posible de seguir soñando juntos.

Este post es prueba que hubo momentos en los que dejaste de ser niño, no fuiste cobarde, no fuiste inmaduro, fuiste valiente, luchaste por lo que querías, te esforzaste. Que la inmadurez, el niño interior cobarde y tú, eran personas distintas (o lo son). Pero así como muchas otras cosas, tuviste épocas en las que demostrabas todo lo bueno de ti, pero tu batalla interna te ganaba a veces y esta vez te terminó derrumbando. La confusión que sientes es la sensación de haber perdido esa batalla una vez más. Si todo esto fue posible, es porque tú a momentos dejaste de ser un niño.

Lamentablemente el amor no es de uno, es de dos. Es por ello cuestión de aceptarlo. Pero la crueldad no puede irse de mi mente. Dices que no sabes, porque ni siquiera te entiendes a ti mismo. No sé si lo haces porque quieres que esté bien, pues no ha sido la mejor manera, incluso lo contrario. No sé si lo haces porque te cansaste, tal cual niño egoísta, de un juguete y simplemente ya no quieres jugar con nada. No sé si lo haces por pura cobardía, solo cobardía, pues la cobardía te está matando. Eso de querer y no querer de un día para otro, de no sentir nada, de una indiferencia frívola o quizás paulatinamente sin motivo alguno, es producto de tus guerras perdidas, del niño interior, de la caja pequeña.

A veces parece que tu te fuerzas a dejar de querer algo, como si tuvieras miedo de que ese niño interior surja haciendo daño, cuando en esos momentos, el miedo ya es producto de que salió de ti mismo. Escapa, escapa, escapa que algún día te darás con una gran pared, o quizás ya te has dado con muchas que en vez de enfrentarlas, escapaste.

Fue a quema ropa el disparo, fue inesperado. Es como si alguien muera en tu vida, habiéndote dicho en sus últimos segundos de vida que ya no te quería, y ahora solo está penando. El mundo es injusto, la vida es injusta. Cada día me levanto con esa sensación de que todo anda bien, hasta que me doy en cara con la nueva realidad y me rompo en pedazos. No se fue destruyendo de a pocos simplemente sucedió. Como decía nuestro profesor de Ética, el mundo se destruye de a pocos, eso es lo lógico, lo coherente. Lo irracional es que haya un día determinado y de un momento para otro esté dicho, como todos los ilusos que creen en el 21 de diciembre. Ahora quien sabe, ¿verdad? Pues yo creo lo que hace injusto al mundo son las mismas personas, no es el destino. Entonces, ¿yo qué hice? Simplemente escoger la caja pequeña, ser tan ingenua y noble de nunca esperarme esto, por estar más ocupada en quererte y comprenderte.

Cada día que pasa, es inevitable guardar una esperanza ilusa. Una esperanza ilusa que cada vez se desvanece tanto por el hecho que sé que nunca reflexionará la caja pequeña con su mirada indiferente; y también porque posiblemente cuando reflexione, yo ya haya perdido por completo la esperanza, porque si bien esto causa dolor ahora, quizás resentimiento será luego.

Me cuesta dormir por las punzadas en el pecho, por la gran herida abierta que tengo, pero duermo con la conciencia tranquila, mi almohada es tibia. Después de todo no hay nada peor que dormir con la conciencia intranquila, saber que uno ha cometido errores, saber que uno le ha hecho daño a alguien más.

Es raro que al séptimo intento escuchaste salir de mi boca un “sí quiero” y ahora, mira. Son las vueltas de la vida. Ese 26 de setiembre del año pasado que no me podía concentrar en mi clase de Antropología Urbana veía mi celular cada minuto para que sean las 6 de la tarde e irme a los pastos para el comienzo de esto. Ahora solo veo mi celular esperando algo que creo que nunca llegará.