domingo, 30 de octubre de 2011

Cuando octubre cayó sobre mis ojos

"Cuando mis ojos cayeron en esos, tus ojos."

Octubre de 2011. Una montaña rusa. Un mes lleno de sabores y desabores. Un mes agridulce. Un mes para recordar. Un mes donde viví lo que quizás me falto vivir en diecisiete años. Un mes que cayó sobre mis ojos y decidí mandar a la mierda mis ganas de mandar todo a la mierda. Un mes en el cual toqué el cielo y también pisé el infierno. Un mes en el cual me tuve que amarrar los ovarios. Un mes en el cual toque la muerte con la yema de mis dedos, por los que me rodeaban y por mi misma. Un mes en el cual aprendí que no es necesario pasar por dolor para pasarla bien. Un mes en el cual también tuve que aprender cuando y dónde derramar oxígeno e hidrógeno. Un mes en el cual aprendí muchas cosas y también las dudas se asomaron a mi pobre cerebro. Un mes en el cual amé y odié. Un mes en el cual me hice fuerte y valiente. Un mes en el cual, fui más Lola que nunca.

viernes, 14 de octubre de 2011

Papelitos surreales


Vomiten arco-irises. Si pe, lo acepto. Ai am in lof, aguen an aguen. Pero les prometo que esta vez no es que me cueste aceptarlo por orgullo, sino por miedo. Qué asco me doy. Qué bonito es verme en el espejo cada mañana que me levanto con una sonrisa.

La magia no (sí) existe. Nada es real como dicen mis eternos amores de los sesenta. Ando algo mareada después de haber hecho combinaciones extrañas y de atracarme con afrodisiacos. Pero sin duda alguna, no hay nada como doparme con su presencia. Al diablo con todo lo trillado que puede haber creado mi mente. Así como dice esa canción de la cual estoy abusando mucho en estos días, él es mi guerra perdida. La guerra perdida de mi resistencia, de mi miedo, de mi temor. Él le ganó a todas esas mierditas que me impedían (en cierto modo) vivir cada situación al máximo. El miedo es el archi enemigo no solo para él, sino para mi misma. Es ese jefe final del videojuego, de la historia. Nada es color de rosa aquí, no es esa comedia romántica, esta vez no. Porque lo más inesperado, a veces resulta ser lo más bonito y surreal. Lo siento, pero no puedo conceptualizar más estos días. Tan solo diré que es un amor antropológico, un "algo" (o quizás, debería decir un "alguien") que me ha enseñado a dejar de buscarle etiquetas a lo nuestro y a mi misma