jueves, 15 de noviembre de 2012

Mis futuras letras

Cuando sea grande.

Cuando escriba un libro sobre las condiciones estéticas que la mujer deba seguir por presión social, le haré una dedicatoria a mi madre diciéndole

"A mi madre, por haberme recordado con sus mejores argumentos cada vez que pudo que siempre me faltó (o mejor dicho, me sobró) algo para ser la mas bella ante sus ojos y que nunca tuve el cuerpo de la hija perfecta que ella soñó. Gracias por hacerme recordar que la sociedad es la que es una mierda y yo siempre seré hermosa para mí esté como esté."
Cuando escriba un libro sobre los levantamientos de los pueblos o de las clases oprimidas ante el Estado, las dictadura, las monarquías, imperios, etc a lo largo de la historia, le haré una dedicatoria a mi padre diciéndole

"A mi padre, por haberme recordado, incoherentemente, que ser débil y exagerada es llorar, expresarse, chillar, decir lo que a uno no le agrada, quejarse, entre otras cosas. Porque si uno no hace los cambios desde su propia vida individual, uno va aguantar desde un novio machista hasta una dictadura. Desde comentarios ofensivos e hirientes en la propia familia, hasta discriminación en las calles."
Porque ser fuerte es no tener miedo, sea cual sea el contexto decir lo que no te gusta y no guardártelo.  Porque ser fuerte es no tener miedo a llorar. Ser fuerte es no aguantarte y querer hacer algo, así sea escribiendo, hablando, o estudiando. Porque yo no aplico la política de ceder un poco, para que los demás cedan. Porque la hipocresía no está bajo lo que yo defiendo. Porque yo soy libre, y la sociedad no me aprisiona. Porque si los demás deciden vivir siempre amarrados, no intenten que yo viva como ellos. Yo nací gritando y llorando, ¿por qué no seguir haciéndolo ahora? ¿Les da tanto miedo lo fuerte que soy y ellos no lo pudieron ser? Llorar no implica tirar tu vida por la borda, llorar es expresarme y armarme de fuerzas para una venganza conmigo misma. Jamás me he dado por vencida, y nunca lo haré.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Parece que ya pasó antes

Es como si estuviese lloviendo eternamente, pero la lluvia nunca choca contra el suelo y simplemente la gota se encuentra en caída libre. Es como si hubiera un vacío en el centro, profundo, muy profundo que a veces no sé si está adelante o atrás, quizás simplemente me ha atravesado. Es como si me derritiera del frío: mis manos están heladas, siento que algo me presiona la cabeza y que el suelo es el lugar perfecto para mi cuerpo entero. Es como si las canciones que disfrutaba minuto a minuto de la nada duran menos de un segundo porque no se acomodan a lo que siento. Es como si Bon Iver estuviera dando un concierto acústico en una esquina de mi cuarto y yo lo estuviera ignorando.

Son esos momentos en los que más imagino cosas lindas, y me duele más imaginarlas porque sé que algunas nunca podrán ser reales o están muy lejos de serlas.

¿Te acuerdas de esos días en las que a medianoche prendías la computadora y vomitabas palabras? Sí. Y me odiaba a mí misma porque nunca llegaba a transmitir a la perfección lo que mi almohada me decía temerosa. Oh, pobre almohada, si un objeto se ganaría el título de mejor amigo y confidente sería ella. Me ha soportado tanto, porque solo ha hecho eso.

Como esas pilas de discos que encuentro encima del DVD y no tienen nombre. No sé cuál de todos es la película que quiero ver, pero sé que entre ellos está.

La solución a todo es dormir. ¿Y qué hago cuando me despierto? Esperar que me de sueño para volver a dormir.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Seis días o cinco tal vez


Muchas cosas, pocas cosas porque falta mucho aún porque miran al horizonte eterno. Tan raro, tan claro, tan diferente, tan de repente. Nunca quiero descubrir el paradero final del Cocharcas porque hay mucha neblina. Además siempre nos botan en el paradero final como si fuéramos cuadrúpedos, mamíferos, con mamas (valga la redundancia) y peludos. Es mi cuenta regresiva secreta para no caer en la cursilería, pero al fin y al cabo sé que no vale nada porque todos los días no son como el primero, ni como el segundo, felizmente. Qué calor hizo sin Spinetta en verano (perdón por matarlo), pero en nuestro propio ecosistema no hay climas bochornosos ni helados. Los lingüistas dicen que por un lado la lengua es inmutable porque dos personas no pueden establecer o imponer cambios de la nada en ella, pero ellos no sabían que nosotros también creamos nuestro mundo. Podría pasarme toda la noche/madrugada/mañana escribiendo sobre ambos porque lo amerita, pero luego no quiero que Kant se vengue. Incluso me voy fastidiada ahora y aún así hubiera escrito más de un millón de palabras me iría así: molesta conmigo misma. Siempre faltan palabras, siempre faltan horas, días, actos, tiempo, lugares. Eso me gusta, que siempre falte y siempre busquemos lo que falta a secretamente o juntos.