sábado, 4 de junio de 2011

Un hoyo en el pasto

¿Cuándo dejaré de seguir cagando este blog? (Lo sigo haciendo ahora escribiendo de esto, pero es que lamentablemente, me considero incapaz de escribir cosas sanas y lógicas sin subjetividades)

-Ya no escribes, ¿no?- preguntó C.
-Yo nunca escribí. Mi blog es una mierda. Más que nunca, está en el hoyo.- le respondió Lola.
-¿Por qué?
-Tengo tantas ideas en mi cabeza, podría escribir tan bien, de tantas cosas y muy cuerda, en verdad. Estoy en una etapa caótica, anárquica e incoherente. Cuando empiece a recuperar mi don de la ubicuidad quizás empiece a escribir con "b" grande. No grande de tamaño, ni tampoco de extensión, simplemente grande cuando sea grande. Quiero escribir con ritmo, quizás para que me lean, pero ya quiero dejar de lado estas subjetividades y el involucramiento demás.-le respondió Lola aturdida por la media arimética.

C. la miraba con lástima, horas antes le había preguntado sobre "el otro tema". El golpe de Estado, la gran depresión. Lola sonrie para una foto, esa sonrisa que se le escapa como se le escapa cualquier cosa de las manos, dedos de mantequilla.
-¿Te ha afectado mucho, verdad?
-Estoy cagada, en el hoyo, ya te dije.

Silencio. Ella leía. "¡Ay carajo!". Olor a acetona de fresa. Moda, mediana, y es que el último menos el primero entre dos es la fórmula.
-No puedo creer que me afecte tanto, aveces pienso. Ya tengo vergüenza adelantada, si es que eso existe. Se que en unos años me parecerá estúpido toda esta actitud que estoy asumiendo. Es más, lo sé desde ahora. ¿Sabes qué es lo peor? Que yo siempre sé cuando hago mal y es horrible sentir la impotencia de saber que estás haciendo mal, pero es incontrolable. En esos momentos me doy cuenta de lo inmortal que uno puede llegar a ser.-le dijo Lola cerrando el libro y mirando cómo el esmalte morado se resbalaba poco a poco en sus dedos.
-Hom...
-No, ellos no. Humanos. Somos humanos. Tan inmortales. Tan sensibles, tan impulsivos, tan animales, tan idiotas, tan manipuladores, tan maquiavélicos, tan ingenuos, tan astutos. Todo en uno.-dijo Lola al borde. Bordeline.
-Pucha, Lo...
-A veces no sé si soy paranoica o psicópata. ¿Sabes cuál es la diferencia? Que el paranoico cree que todo está en su contra y el psicópata lo sabe.-dijo Lola ya en la vereda con dragones.
-Ahora sí. A veces hablas como si estuvieses escribiendo.-dijo cada vez más extrañada C.
-Es lo que está reprimido. Hay algo que me impide. No, algo no. Son tantas cosas pero que se resumen en una. Mierda, no sé qué hacer.
-Tranquila, tiempo, ya sabes, lo sabes.- dijo C. con esa mirada tan pacífica que inspiraba a que Lola se calle y se quede mirando a la nada.
-Lo irónico, es que...disfruto estar en este estado, a la vez me avergüenza, pero a la vez no. Siento que me estoy reconstruyendo, a la par que me deshago. Quizás lo que me avergüenza, en el futuro, es decir que estuve así por una de las razones más cursis y clichés de la vida. Pero quizás los Beatles tuvieron razón, quizás todos tienen razón. Ese es el sentimiento, el que mueve masas. Me gustaría verlo así todo el tiempo, y no verlo con los ojos de la chica corazón de hierro. No soy Bismarck. Pero quizás ésta si sea mi unificación. Creo que me estoy volviendo esquizofrénica.-dijo Lola. ¿Lola? ¿Ah?

Alarmas de iPod sincronizadas. Sonidos de papeles arrugándose. Risas de jóvenes despreocupados. Nuevamente la chica con esas botas de las cuales Lola se había enamorado. La misma frase de siempre cuando la veía, mejor dicho, a las botas.
-Bueno, ahora toca la clase para dormirse.- dijo uno de ellos.
-Qué dices, es lo máximo esa tipa. Pastrulasa, pero genial.- dijo Lola defendiendo a su profesora de Literatura.
-Te tienes que fumar uno para ir a su clase.- dijo otro riéndose.
-No, dos.-dijo otro para aumentar el estribillo de las risas.

"¿Cuál será mi padrino apu? En Lima no hay montañas que nos apadrinen. Quizás el apu que decidió apadrinarme está buscándome y muy accidentando. Así sucede. Quizás está invadido por muchas personas esquizofrénicas."

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