martes, 26 de junio de 2012

Jugo de fresa con leche




Dijo que me había preparado un jugo de fresa para levantarme el ánimo. Estaba riquísimo. Es uno de las pocas bebidas en las cuales acepto el sorbete que me ofrecen con gusto. A veces acepto el sorbete por protocolo, otras porque no las pienso y otras porque, luego terminarán en el tacho (todas). Pero, los jugos, eso sí. La costumbre que agarre desde que me di cuenta que no podía tomar jugo de naranja, empecé a tomar todos los jugos con sorbete y el jugo de fresa con leche, nunca fue la excepción. 

Sin embargo, ese jugo de fresa con leche lo habían hecho con amor. Lo miré de reojo y él estaba ocupado en su computadora. Sabía que estábamos solos. No quería terminar recitando a Marvell y sus poemas provenzales en mi cabeza. Jalé con más fuerza el sorbete para llamar su atención. Hubo un sonido de burbujas con sobrepeso rompiéndose en el aire, chocando en el vidrio. Ese sonido que anuncia que ya acabaste con la bebida. Volteó, sonrió y me ofreció más. Yo me limpiaba la boca con la palma de mi mano y solo moví mi cabeza verticalmente. Mi mano estaba melosa. Ese olor de sustancia tensioactiva y anfipática me resultaban cómicos.

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