sábado, 25 de agosto de 2012

Intercalados e intrusos

—¿Ya se fueron todos?– pregunté algo cansada con ganas de irme a casa, aunque no sin antes...
––Acabamos de salir.– me respondieron algo cortantes por haber interrumpido su relato de la clase anterior.

Agarré mis cosas y supe que no tenía sentido seguir sentada ahí. Nadie sabía lo que me sucedía y tampoco era presdescible. ¿Voy al paradero y tal vez lo llego a ver dentro del auto mientras arranca y el está parado viendo a la nada? No, ya fue suficiente. Solo quiero irme a casa, cosa que debí haber hecho hace más de dos horas. 

***

He soñado más de cinco veces con ella. Me cae tan mal y yo la intento cagar de mil maneras posibles y lo hago. De igual manera ni tiene sentido, porque no sabe lo que estoy haciendo. ¿Que pasará por la cabeza de alguien que no piensa? ¿Vive sin vivir? Solo que en mis sueños no hay castillos, ni princesas, ni mariposas. 

***

Desesperantes eran las ganas de querer verlo y poder hacerlo, pero el no podía o más bien, no "podía" o no "quería". Unos cuantos minutos de poder haberle hablado de la manera más sutil y diplomática para que se de cuenta que solo intentaba ayudarlo a que se ayude a sí mismo. Me daban arcadas la manera que intentaba compensar sin darse cuenta los momentos que no estaba junto a mí y luego venía oliendo a cerveza o a marihuana y me abrazaba, diciéndome cosas, supuestamente, bonitas, pero yo solo ponía mi sonrisa diplomática. Quería hablarle de música, de ciencia, de artes, de cine, de la misma antropología, pero creo que él prefería decir tontería y media y que yo le responda las mismas cosas superficiales. Vivir sin vivir. Querer sin vivir, ¿es querer sin querer? La incomodidad me ahogaba, no podía ser yo, pero recordaba aquellas palabras de que la simplicidad está antes que todo y luego ya conocería aquellos de los juegos de palabras y conversaciones infinitas. Lo desesperante estaba en que me daba cuenta lo tal para cual que podía ser con tantas otras "personas" y sin embargo estaba conmigo echado en el pasto sin saber quién era yo verdaderamente. 

***

Salí de la casa de Carmen luego de haber visto menos de la mitad de una película que ya tenía aires de ser una muy mala comedia romántica. Lo bueno estaba en estar con ella y con Fabián. Sonó mi celular y me sentía tan adolescente, tan escolar, tan niña. Bajo corriendo las escaleras y veo que el bus pasa de largo y está ahí parado mirándome a mí a lo lejos y se queja diciéndome por qué no soy más rápida. Ahora lo recuerdo, tan palpitante hasta estas épocas, prefiero recordar esos momentos que hicieron que mi pulso sea tan rápido, y la persona es lo de menos (creo). Llego al mercado de Pueblo Libre en la avenida Bolivar y como si no lo hubiese esperado ya estaba frente a mí abrazándome muy fuerte y dándome un beso que casi hizo que todos mis relatos se conviertan en pura fresa. 

***

Esos son mis momentos de los pestañeos, de ponerme indecisa forzosamente, de no poder dormir bien en las noches porque si bien en los sueños pasan cosas bonitas, prefiero quedarme en la realidad que es aún más placentera. Y sí pues, esos momentos nunca para mí fueron con princesas, ni príncipes, ni mariposas ni mucho menos castillos voladores y pajaritos que revolotean a mi alrededor. Por eso me llego al nervio más sensible de mi clítoris que él me tratará como si yo prefiriera que me digan cosas cursis antes de tener una conversación sobre que ahora paso más el tiempo frente a la computadora escuchando música o en la biblioteca de la universidad en vez de ir a bailar. Lo que a muchas le sacan muchos suspiros, a mí me alejan de esa persona. Lo que a muchas les parece profundo, a mí me parecía totalmente aburrido y superficial. No me bastan los besos, ni los abrazos sin están vacíos. Lo que a muchas les parece romántico, a mí me parecía falso.

***

Me acuerdo que la emoción me inundaba ese día. Estaba en el carro con él hablando de cualquier banalidad. De la música que la otra vez estuvimos escuchando en su casa, cuando salimos a caminar por el Malecón, cuando estuvimos viendo todo Lima. Era increíble como esos detalles que al mencionarlos parecen lo más cliché del mundo, pero si estás con la persona indicada, para nada superficial y todo sale tan natural, sin esas preguntas que me inspiran nauseas como "¿quieres caminar?", "¿vamos a ver el atardecer?". Hago exactamente lo mismo que me cuestionan esas preguntas solo que es de una forma tan natural y espontánea, como si fuese un guión inconsciente en nuestras mentes. 
––Espero que esto no se estaque. No me gustaría que suceda eso.– dijo susurrando en mi oído. Me reía porque yo no quería nada serio, pero me fascinaba la sinceridad con que lo decía, sin agregarle muchas flores y caramelos.

***

Nunca soñé con la que debí haber soñado. Jamás. Todo está en mi mente. Esa pobre diabla que le da espacio a los que no deben tenerlo nunca.

***

Sí, fue su simpleza lo que me llamó la atención, esa es la única respuesta que le encuentro a todo esto. Sin anacronismos, creo que un día alguien se metió a mi cuarto y me drogo con algo de una muy pero muy larga duración y me puso medio idiota. Ahora sí, en serio, en ese entonces, no solo fue la simpleza. Debió haber sido algo más, pero me cuenta aceptar que fue por sus palabras, sería la más tonta de las tontas.

***

Y tenían que durar poco las cosas que produjeron esas palpitaciones prolongadas. No me quejo en lo absoluto. No me afecto la persona, lo que me afecto fueron los sucesos que parecían armados con guión y tan espontáneos a la vez. Siempre me pregunto, si hubiera puesto los mismos sucesos con otra persona, ¿habría sido lo mismo? Recuerden que el rechazo, para mí, vale por mil. Entonces, tal vez, no creo que hubiera funcionado aquella hipótesis mía.

***

Cuando ya casi estaba extinto los sentimientos palpitantes, a veces me preguntaba cómo una persona que no me inspira nada, ha creado en mí unos recuerdos que los siento a flor de piel cuando los pienso. Cómo una persona que me inspira tanta ternura y sé que me quiere, me inspira recuerdos tan desgarradores. Una cosa son los recuerdos, otra cosa es la persona. No son cosas, son palpitaciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario