sábado, 26 de febrero de 2011

Lola on the Sidewalk with Dragons

Libre soledad, libertad solitaria, sin límites, solo yo. Noches eternas, mañanas instantáneas. Mañana con un ambiente semi-seco que me hacía recordar mucho a la sierra de mi país. Sol que penetraba ventanas y hacía que me imagine por un momento que aún estaba en el calor bochornoso de Lima, mi ciudad.

Escapé a una realidad ajena, una realidad que no te pertenece. Como si todo el mundo se hubiese detenido solo para que viajes a lo desconocido y a la independencia, para irrumpir sin avisar cómo lo harías en la vida de otros.

Cruzando el océano me encontraba yo, sola, completamente sola. Lo más cercano que tenía a mi eran compatriotas casi desconocidos que por el simple hecho que hable español ya eran como tus hermanos. Como un idioma puede reunir a la gente dejando de lado otras diferencias que se toman en cuenta en tu país natal.

Pues, entonces, si donde me encontraba, el idioma era la gran diferencia, la otras cosas que se toman en cuenta en mi país natal -que particularmente casi nunca encontraba gente con quien compartir ideologías, gustos, pensamientos- son las que te pueden unir con gente donde lo primordial como costumbres y lenguaje no son las cosas que se tienen en común.

Enfocándome solo en un día de ese viaje que marcó mucho en mi, tengo que decir que si escribiera una entrada completa de todo el viaje, nadie lo leería, ni yo misma para revisarlo. Mi intención siempre es contar algo en concreto pero me termino yendo por las ramas.

Yo viniendo de un país subdesarrollado en muchos aspectos, como la cultura que encierra diferentes temas, por más que trataba ser lo más open posible, era inevitable sorprenderme con ciertas cuestiones de la cultura francesa. Cuestiones, costumbres, que no se nombran cuando te hablan de la cultura francesa o ves documentales, son cosas que descubres cuando uno vive como uno más, cuando uno irrumpe en la realidad ajena pero con otros ojos.

Antes de viajar a Francia, ni mis padres me advirtieron sobre el consumo libertino de drogas en Europa, era predescible, lo recordé cuando estaba en el liceo y me ofrecieron marihuana por primera vez. No había premeditado qué decir cuando me la ofrecerían por primera vez, mis padres no me habían prevenido de nada. Otro peruano de mi edad aceptó inmediatamente, después de un rato se sintió mareado, estaba confundida, ¿cómo no lo había pensado antes?

El primer fin de semana que pasé en Francia fue el reflejo de todos los días que iban a seguir en mi estadía en Bretaña, la ciudad francesa que tenía el más alto porcentaje de alcohólicos y fumadores. Fui a la primera soirée francesa, muy diferente a la juerga peruana, porsupuesto, pero no peor.

Mi correspondiente, que viene a ser la chica que decidió acogerme en su casa por medio del programa de intercambio entre su liceo y mi colegio, me dijo que ponga mi pijama y lo que me iba a poner al día siguiente en una cartera. Yo, como si fuese una pijamada con mis amigas, seleccioné mi ropa, mi pijama, mi cepillo de dientes, mi peine y todo. Estaba preocupada porque estaba yendo de lo más casual, temía que la gente iba a estar con tacos y vestidos y yo con botas, jean y una chompa. Salí de mi cuarto y mi corres estaba más andrajosa que yo, pensé que no se había alistado.
-¿Ya estás lista?- me dijo con la sonrisa acogedora que todos me ponían y sin mirarme de pies a cabeza que cualquier peruana hubiese hecho.
-Sí, ¿tú tambien?- le dije mirándola de pies a cabeza.
-Sí, sí, vamos al carro. No te olvides de nada.- me dijo ya dirigiéndose hacia las escaleras.
-¡Charline! ¿Estoy bien vestida?- le pregunté de todas maneras.
Ella se rió y solo me hizo una señal para que entre al carro. Esa risa no fue de burla, fue una risa de "¡Ay, la extranjera!", la primera vez que llegué a su casa vimos mi facebook juntas y me preguntó porque las peruanas nos cambiababamos muy seguido de ropa. No me había puesto a pensar desde ese punto. Los franceses usaban la misma ropa toda una semana, el mismo saco todo el invierno, pero no podía negar que se vestían muy bien. Algo paradójico, mientras que moda en Perú significaba CANTIDAD, allá era CALIDAD. Debe ser porque al ser parte de América vivimos en el consumismo, usamos y deshechamos, mientras que ellos no.

Llegamos a la casa donde iba a ser la soirée. Pensé que iba a haber bulla, entramos a la casa y el dueño de la casa se encontraba viendo televisión con los pies sobre la mesita del medio y con pijama, como si más tarde no pasaría nada en su casa. Recordaba que las veces que yo organizaba reuniones en mi casa desde horas antes yo me preocupaba en comprar los bocaditos, ver la ropa, era EL día, mientras que ahí parecía un día cualquiera de ocio.

Charline entró de frente a la cocina, de su maleta donde supuestamente estaría su ropa, saco comida. Y cuando digo comida, es comida, no piqueos, bocaditos ni nada de eso. Carne cruda, fideos y ahí me quedé mas confundida. Empezó a cocinar junto a mi, yo la ayudaba aún algo confundida y desencajada. Llegaron más gente, eran los amigos de Charline, conocía bien a solo uno de ellos que me caía bien, cuando era menor también acogió a una peruana de mi colegio. Gritaron mi nombre, me llamaban.

Fui hacia el jardín congelándome de frío, ya que tenía que quitarme el saco practicamente a la fuerza porque te veían mal si te lo quedabas en algún lugar cerrado y también te tenías que quitar los zapatos. Pisé el pasto, mis pies se congelaban. Théo, el amigo de Charline, me sonrió y me dió un cigarro extraño, parecía esos cigarros hechos manualmente, que la primera vez que ví a mi corres haciendo el cigarro casi se me salen los ojos por la boca, pensando que era otra cosa.
-Prueba- me dijo sonriéndome.
Yo no dije nada, solo escuché que una chica que de la nada apareció, en un español casi forzado me decía que no lo haga. Tenía un sabor distinto, sentía mi aliento como si hubiese comido mierda.
-¿Qué es esto?- le dije retirándo el cigarro inmediatamente por el olor asqueroso.
-Cannabis, lo que pensaste la otra vez.- dijo riéndose.
Le sonreí burlonamente.

Había probado marihuana por primera vez sin saber y yo estaba en un semi shock. En primer lugar, me sorprendió el hecho que para ellos consumir drogas era algo tan casual, nisiquiera tan sagrado como el hecho de decir que nunca han fumado tacabo en Perú. En segundo lugar, fue algo que nisiquiera lo había previsto, no había premeditado cual sería mi reacción si me ofrecían y fue algo muy derrepente, tan derrepente que lo hice sin darme cuenta. En tercer lugar, no sentí nada. Volví a la cocina.
-Probé cannabis.- dije en mi francés monótono sin agregar adjetivos ni suspiros.
-¡Ew!- dijo Charline mirándome de reojo sin prestar atención. Mis amigas se hubieran espantado.
-No sentí nada, ¿tu lo has hecho antes?
-Sí, pero no me gustó tampoco.- me dijo sonriéndome.
Al escuchar su respuesta me sentí orgullosa de que no me haya gustado y que mucho menos no haya sentido nada. Pero luego pensé, que esa era una reacción típica que algún sudamericano tomaría rechazando totalmente el consumo de drogas.

Pasamos a la sala, los chicos se pusieron a jugar PS2 como si estuvieran en una reunión casual de hombres. Eramos tres chicas. Una se puso a leer una revista de modas, Charline se fue a fumar afuera. Yo me quedé mirando como jugaban los chicos. Al estar en país ajeno y viviendo dos meses irrepetibles, siempre sentía la presión traicionera que tenía que disfrutar cada segundo, dijo traicionera porque al final los resultados no parecían producto de una autopresión. Empecé a hablar con Siana, la chica que leía la revista. Le sorprendió mi apertura para hablar y que de la nada le empiece a contar sobre Lima, le pregunté cosas sobre ella y ella cada vez parecía más agradada por la gentileza que le irradiaba, todo lo contrario a la fría gente europea.

Empezamos a tomar cerveza, mientras los chicos seguián jugando. Siana se fue a fumar, yo me quedé leyendo la revista de modas. Las modelos eran de tez oscura, latinas o morenas, todo lo contrario a los catálogos peruanas o mejor dicho, latinoamericanas, donde abundan las rubias y gente que no tiene ni un pelo de mestizos. Pues ahí me di cuenta que cada quien, desea lo que no tiene, pero en esos momentos, yo no deseé ser rubia ni tener ojos claros, yo tenía lo que esa cultura tan extraña y a la vez peculiar para mi, no tenía. Tenía el tan deseado cabello negro azabache, tenía la tan deseada piel trigueña que no era necesario pasar varias horas bajo el sol. Me sonreí a mi misma.

Empezaron a tomar otro tipo de tragos, mezclas. Yo me paré y le dije al dueño de la casa si podía sacar hielo, él me miró como si estuviera loca pero me dijo que vaya a la cocina. De reojo vi que todos tomaban sus tragos sin hielo, sin probar nada ya sentí un dolor en mi garganta. Regresé a la sala sin poner ningún hielo y empecé a tomarlo así. En mi oído sentía que el gordo Casaretto me gritaba "NO PASA", pero tenían razón los franchutes, con este frío que hielo podía
tomar. Un francés se sentó al lado mio ignorándome completamente, empezó a hablar con sus otros amigos, yo con toda mi iniciativa de extranjera le empecé a hablar, el se quedó al principio confundido por mi apertura y luego sorprendido por la carencia de frialdad europea.

Empezamos a fumar shisha. Había visto en fotos de varios de mis amigos franceses antes que llegue a Francia, que tenían la costumbre de fumar narguila en las reuniones. No pensaba que iba a saber tan delicioso, era canela y fresa. Todos ellos botaban cantidades industriales de humo. Pierrick, el chico que se quedo sorprendido por mi amabilidad latinoamericana, se burlaba de mi amistosamente y me enseñaba a botar más humo. Miré a mi alrededor y Charline no estaba. Me preocupé, ahora sí estaba sola. Siana tampoco. Era yo y 5 hombres más riéndose. Pierrick parecía el payaso del grupo, cuando en un grupo de amigos peruanos sería el más tranquilo y frío. De la nada empiezo a escuchar reggaeton. Era Théo con canciones que su excorres peruana le había pasado. "Verano Azul" sonaba y yo sintiendo aún frío en los pies pensaba en el calor bochornoso de Lima, de lo que me salvaba.

Pierrick un poco más picado, me preguntó como se bailaba el reggaeton. Empecé a bailar o simplemente a mover mis caderas y los otros de payasos se pusieron a mi alrededor tratando de imitarme, yo solo me reía por la ausencia de movilidad que mostraban. Empezamos a tomar más y más, yo puse reggaeton y bailaban entre ellos como sea, con cierto rezago de lo que al principio les había enseñado.

Pasé la noche intentando enseñarles como pronunciar la "R", solo escuchaba "G" entrecortadas e inmovilidades de lengua, me reía y ellos también se reían de mi francés. Llegó un momento que hasta entre ellos empezaron a hablar en español.
-¿Por qué hablan español entre ustedes?- les decía riéndome.
-Es para rigolar.- me decían ya ebrios por todas sus mezclas sin hielo.
Rigolar, rigoler en francés quiere decir reir.

Luego comimos, cenamos, desayunamos, en verdad no sabía muy bien qué era. No había noción del tiempo. Seguían hablando en un español malísimo y ellos me preguntaban por qué me burlaba, les enseñaba a insultarse entre ellos en español. Estaba sola, Charline había desaparecido, pero no iba a perderme de esos momentos.

Me hicieron probar toda clase de licores, de mas de 50% de alcohol. Cada vez entendía por qué eran los más alcoholicos de Francia, los bretones. Yo tomaba un sorbo y ellos se tomaban el resto, estaban en condiciones pésimas. Yo estaba en camino ...

En medio de la noche, madrugada o mañana, la ciudad de la noche eterna ya no transmitía mas frío. Me enseñaron a bailar música bretona, muy parecida a la céltica, mientras que yo les dije como se bailaba el perreo chacalonero y se quedaron asqueados.

Era increíble cómo me pude acoplar muy rápido a su estilo de festejar. O será que ellos se sintieron acoplados en cierta forma de una soirée a la péruvienne. Entré a la laptop en plena reunión, toda Lima estaba conectada, hora punta virtual era allá: 10 p.m. En Francia eran las 4 de la mañana y aún no tenía sueño pero mi cabeza ya daba vueltas, estaba muy mareada pero no me sentía mal. Mientras que hablaba con algunos amigos peruanos por msn contándoles lo que había causado, ellos se quitaban la ropa al son del perreo chacalonero imitando los videos que les había enseñado.

Ignorándolos y negando con mi cabeza, de la nada desaparecieron. Me puse las botas y los seguí hacia al sótano donde había una batería, guitarras, como si el dueño de la casa tuviera una banda y ahi ensayarían. El sótano era genial, era muy fresco, lleno de colores, lo que carecía ese invierno francés y paradójicamente estaba en el sótano como si estuviera en su subconciente de los franceses ser de tal manera más "coloridos". Pierrick estaba fumando un porro, era muy grande, me lo dió porque miró mi cara de curiosidad y empecé a fumar. Aún no sentía nada y aspiré bastante y seguido. No sentía nada, se lo di a Pierrick, me miró con ojos raros porque vió que casi me lo terminé y de manera muy rápida y le dije que no había sentido nada.

Me paré y empecé a caminar hacia la casa de nuevo. En el momento que me paré, el piso estaba muy muy blando. Parecía que caminaba sin zapatos, preocupada miré a mis pies para ver si había bajado sin zapatos y estaba con mi botas. Al mirar hacia abajo sentía como si me pesara la cabeza. ¿Qué carajos? Seguí caminando, todo pasaba en cámara lenta, mis ojos se desviaban, como si girarán toda su órbita y quisieran ver dentro de mi. Justamente eso, quería saber que me sucedía.

No sé cómo llegué a la sala, a momentos parecía que mientras caminaba me desconectaba y entraba en un estado extraño y de la nada volvía y esos eran los momentos que recordaba. Tan solo recuerdo que me saqué las botas, las dejé tiradas a medio camino, yo ya no controlaba mis pies, parecía que lo controlaba alguien más que a la vez me detenía y hacía que caminara más lento y luchaba con ese alguien. Me senté desparramada en el sillón, veía como si fuese cámara sin enfocar puntos amarillos moviéndose, era el fuego de la chimenea. Sentía calor, quise poner mi mano sobre mi frente para ver si sudaba, lo hice en mis sueños, pero no podía hacerlo concientemente. Manteniendo mi postura de una lady frente a cinco hombres europeos, traté de cruzar mis piernas y enderezarme, no podía. Había perdido el movimiento, no podía controlar mi cuerpo, hacía un esfuerzo casi invisible para mis propios ojos y no podía. Parecía un esfuerzo que venía del abdomen, como si me estuviera ejercitando, pero veía que mi respiración seguía normal sin mostrar esfuerzo por más que intentaba. Hacia un esfuerzo al esfuerzo. Nada.

De la nada escucho voces, se burlaban de mi estado. Yo solo trataba de sonreir con los ojos ya casi cerrados, riéndome de mi misma. Sentí un olor a canela y a algo más. Pusieron música de The Doors y Led Zeppelin. Sonreí nuevamente, por esa escena tan extraña. Escena que jamás me había imaginado vivir, días antes de viajar. Solo hay una primera vez, solo hubo esa vez extraña, bizarra, surrealista. Algunas veces dudo si paso en realidad todo eso como si fuese un sueño tan real y a la vez tan irreal, pero si pasó, hay pruebas y hay testigos. Sentí que me dieron la manguera de la narguila, había recuperado en algo la movilidad, fumé un buen rato con la narguila un poco más lúcida y creo que fue peor. Me privé completamente. Lo peor de todo, es que podía jurar que el sillón donde estaba desparramado y desarmada, me estaba tragando.

Al principio parecía que todo pasaba en cámara lenta, que cuando uno se sienta en esos sillones se hunde por 2 segundos y se acomoda. Pues ese proceso de hundirse a mi me duró como 15 minutos, donde cada vez sentía que me iba más hacia dentro. Mi mente estaba en blanco. Empezó a sonar música reggae. Aunqué estaba con los ojos cerrados, sentía que mis ojos se movían de un lado para otro cómo si estuviese buscando algo. Lo único que mantenía su movilidad eran mis ojos moviéndose y mi corazón que latía muy lento o ¿muy rápido? No podía distinguir si era rápido o lento. Nisiquiera podía distinguir extremos, ni mucho menos a ese extremo que había llegado. Mezcla de todo. Mezclas, mezclas, mezclas. Fue una noche de mezclas. Mezclas de tragos sin hielos, mezclas entre tabaco, sabores y marihuana y quizás algo más que nunca me habré enterado. Mezclas de comidas. Mezclas de música. Mezclas de idiomas. Mezcla de cultura.

Cuando me recuperé y me desperté, aún era de noche, la noche eterna. Seguía muy mareada, los otros estaban peores que yo, tirados en los sillones. La música seguía corriendo pero en un volumen bajo. Me paré, busqué a Charline. Estaba en un cuarto con su enamorado. No supe qué hacer, lo único que quería era una cama y echarme. Tenía sed, habían muchos vasos en la mesa, había una copa casi completa que parecía café. Tomé un sorbo y casi lo boto, me atoré, era fortísimo. Muy caliente y muy fuerte. Sentí que toda mi cara se puso roja y que de nuevo entraba al limbo. Uno de los franceses que escuchó que me atoré, se despertó y se rió y me dijo que era un trago con café hirviendo y con un trago con 90% de alcohol. Se lo di y el se lo tomó como si fuese un shot. Yo lo miré espantada, esperando una reacción como la mía, no se atoró pero cambió inmediatamente de estado, como si le pusieron nuevamente el botón de "Off". Caso perdido.

Charline se levantó me vió y me dijo que vaya a un cuarto a dormir, fui al baño. Mis ojos estaban rojos, el maquillaje corrido y mi cabello extraño. Mi cara estaba desencajada. Me quedé parada en el baño, el sueño me estaba venciendo, fui al cuarto, estaba oscuro, solo vi un sleeping vacío, nisiquiera me importó buscar una cama y me eché y me quedé dormida completamente.

Parecía que había pasado un segundo y tocaron la puerta. Era Charline cambiada diciendome que nos iban a recoger en 5 minutos. Me levanté de un golpe pensando que me había puesto el pijama pero estaba exactamente igual que el dia anterior. Cuando hice la bulla al levantarme Charline trató de callarme y me señaló a mi costado. Habían cinco hombres durmiendo, dos en el piso mirándose entre sí lo cual me causó mucha gracia y otros dos desnudos en la cama lo cual me dejó confundida. Qué se podía esperar de Francia si tanto hombres como mujeres tenían a veces una apariencia un poco andrógena y mucha apertura sexual. Luego reaccioné. La miré con cara de que no podía creer que me dejó durmiendo con cinco hombres en un cuarto sola. Ella no entendió mi expresión y se fue despreocupada dejándome confundida. Pero yo sí entendí su despreocupación. Si hubiese estado en Perú, hubiese sido comprensible mi enojo, pero en Francia, más aún en un pueblo como en el que estaba, ¿qué me podía pasar? Las razones sobran y son obvias.

A los cinco minutos, llegó su mamá. Nos preguntó inocentemente si nos habíamos divertido, cómo si hubiese recogido a unos niños de una matiné o una fiesta infantil. Traté de responder con la inocencia que había llegado y con la misma sonrisa enterncedor de calor latinoamericano. Me salió felizmente, pero la tristeza y la preocupación entró de nuevo en mi mente. Era mi último día con esa familia y ya me estaba acostumbrando. Siempre decían que el cambio con la primera familia duele porque sientes como si te estuvieses acostumbrando por primera vez y de la nada te arrebatan esa costumbre, reseteando tus comportamientos. Suspiré hondo, me esperaban 6 cambios más durante esos dos meses. Seis cambios más, era la primera semana. Ya había vivido algo fuera de lo común, que hasta esos instantes me seguía preguntano si pasó en realidad. Si eso había pasado en la primera semana, ¿qué me esperaban en las siguientes semanas que me quedaban y sobraban? No lo sabía, tampoco quería pasarme pensando y averiguando en lo próximo. Tampoco iba a poner en un pedestal esos momentos eternizándolos como una sola primera vez. No iba ser la última, pero tampoco iba a buscar esos momentos. Mientras más inesperado sea, será mas genial, el instante será más espectacular.

1 comentario:

  1. LGG,

    Al terminar de leer este post, lo único que atino a decir es que, simplemente, es SENSACIONAL. La forma que describes los hechos son muy buenos; jamás me imaginé que las reuniones "a la francesa" sean así de desenfrenadas.

    Las descripciones buenas, las palabras utilizadas aún mejor; hacen, en mi opinión, lo bueno que puedes lograr escribir.

    Y es que siempre tuviste ese buen desempeño para los escritos, como lo demostraste en tu anterior creación.

    Conociendote ya más de 6 años, no me cansaré de decirte que talento tienes y que sigas con todos tus proyectos que deben de ser exitosos.

    Sigue así, siempre escribiendo y creando; por nada dejes de hacerlo.

    Éxitos para tu persona y para este espacio

    LuiZCore.

    ResponderEliminar