Mordemos el cielo, lo tocamos. Pedazos de cielo caen en la ciudad. Este lugar, Lima, que alguna vez fue un desierto, hemos creado espejismos de un paraíso terrenal. En esta ciudad maldita -pero que a la vez amamos- la hemos vuelto un lugar paradisiaco para las sensaciones y sentimientos. Derrepente Lima ya no es tan gris como parecía. De un momento a otro el cielo se volvió una paleta de colores mezclados. Colores pasteles, colores suaves. Suave, así como la dulzura que sembré en ti. Flores amarillas colorean la ciudad y nosotros nos volvemos viajeros eternos de la vida. Caminando hacemos el camino. Leo tu presente y tú lees el mío. Nuestra historia no tiene ni principio ni fin. Parece que te conozco desde siempre y es que te amaba sin conocerte. Te buscaba sin buscarte, y pasó eso. Serendipia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario