El pasado es inmodificable, las huellas de la memoria son indelebles y lo que sucedió es una forma de ausente presencia con la que resulta imposible luchar.
Y el pasado no lo puedes cambiar, con lo que la impotencia es brutal. En realidad, es casi la sublimación de los celos, un sentimiento irracional y absurdo.
El amor parece implicar necesariamente el deseo de la posesión absoluta.
Los celos son peligrosos porque pueden abrir la caja de Pandora, desatar fantasmas del pasado que creíamos enterrados.
Los celos son una suerte de odio amoroso, un rencor sordo producido por la imposibilidad de estar en cada uno de los rincones de la vida del otro, una desesperación maligna. Es, estar inevitable, irremediablemente desterrado del pasado de quien amamos.
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