viernes, 16 de diciembre de 2011

Ni más, ni menos

Aquí pes yo, LGG, eterna quinceañera pura e ingenua, con mis lentes reibón en uno de esos veranos bien bonis antes de que mi vida cambie para siempre y me de cuenta que también soy Lola, o que Lola vive en mi, o que tal vez Lola Barcelona salió al mismo estilo de Tyler Durden en The Fight Club, y a veces, solo a veces me trolleaba. Pero hay cosas que nunca cambian, la esencia está ahí. Yo nunca cambié, solo me han salido más ojeras y se me han ensanchado las caderas.

No sé. Llegué a mi cuarto, prendí la computadora y por primera vez, mandando a la mierda todo ese discurso actual sobre el exhibicionismo en redes sociales, me dije a mi misma, ¿por qué no subir una foto mía? Claro está que tampoco he subido mi foto carnet de mi DNI que nisiquiera es azul, pero it's something, ¿cierto?

No ha sido mi día hoy, ayer tampoco lo fue. A veces cuando me pongo leer las cojudeces que escribo aquí (porque, créanme, cada día las veo más cojudas), me pregunto en qué momento llegará ese día que me avergonzaré tanto de estos vómitos de adolescencia perdida, o mejor dicho, de quemaduras de etapas, que ya ni seré capaz de leerlas por lo penoso que será. Pero bueno, la última persona que se debe anteponer a mis pobres delirios en el teclado, creo que debería ser yo, así que me haré una buena trolleada y a seguir tipeando, se ha dicho. Debo mencionar, que también me di cuenta que quizás no sea tan penoso como me lo imagino ahora, porque hay chicas mayores que yo que hacen cosas más penosas que yo y hasta ahora no se dan cuenta y tal vez nunca lo hagan. La madurez, quizás, solo quizás, es relativa. Quizás ser inmadura (desde mi punto de vista) en realidad es simplemente una característica más de la personalidad de alguien. O quizás deba decir, defecto (risas). Pero nuevamente, es mi punto de vista.

Se le dice Lola de cariño a todas las chicas que se llaman Dolores. Yo no me llamo Dolores. Pero quizás ese nombre, como explica Tyler Durden a Jack mientras le quema la mano con ácido, le da ese significado profundo sobre el dolor y el sacrificio que son esenciales para el buen vivir de la vida.

Tengo que aceptar, que tuve un par de meses que parecía una cachorrita asustada, cobarde ante cualquier situación que parecía peligrosa y prefería esquivarla o simplemente no darle la importancia debida para luego no tener que salir desilusionada. Pero creo que ya aprendí la lección que no podía estar así todo el tiempo. Fue una especie de autorrespuesta, ya que antes de esos meses de cobardía, había asumido totalmente el dolor como una cara más de la vida y eso hizo que llegue a un estado vegetal deplorable. Pero bueno, yo siempre tiendo a irme a los extremos. Aunque ahora, me atrevo a decir, que quizás estoy encontrando el punto medio. O al menos acepto que tampoco todo es perfecto.

¿Cómo es posible tener miedo a vivir cosas malas y a la vez ser realista? Pues, la respuesta está en el temor de tener que volver a vivir ciertas cosas. Pero bueno, uno jamás vuelve a cometer los mismos errores, o al menos eso intenta. No viviré las mismas cosas, pero quizás se vendrán cosas peores o mejores. Creo que debería recibir una estrellita en la frente por al menos ser realista, pero no dejar mis metas de lado. Quizá me reprimo a veces, pero es cierto que a veces, cuando uno aprende a no ilusionarse, uno es verdaderamente libre.

Ahora me encuentro en el valle de los sueños lúcidos. Más yo que nunca. Veo a mi lado, y veo a gente que vale la pena, veo a gente que me enorgullece, que admiro, que quiero y que agradezco. Veo a mi otro lado, y veo a gente que da pena, que me da asco, que simplemente me dan arcadas y no es necesario llegar a lo personal, simplemente hay gente que ... esperen, un momento, ¿dónde está el baño? Ay, Lola, Lola ... nunca cambias, ¿no? Siempre inconformista, siempre insaciable.

El morado sigue siendo mi color y aun no sé cocinar. No tendré vacaciones, pero para qué ya más vacaciones luego del invierno más frío de todos. No me he dejado de comer las uñas desde que ví una de las peores (mejores) películas gore que he visto en mi vida. Soy una persona muy desconfiada de los demás y no me gusta ilusionarme. Ya no me pongo sombras, pero me rizo las pestañas. Las puntas de mi cabello ahora se abren más rápido por habérmelo cortado después de tres años. No me he depilado las cejas en mucho tiempo. Me salieron un par de úlceras en el ojo izquierdo o derecho y ya no uso lentes de contacto. No quería enamorarme, pero parece que la primavera intervino y me enamoré o, quizás deba decir, me enamoraron, hasta ahora no lo sé bien, pero al fin y al cabo, me enamoré y es hermoso (así super cursi y cliché). Fumaba una cajetilla de 10 al día. Creo que una de las experiencias más traumantes de mi vida, fue ver dos notas rojitas en mis promedios finales, pero nada está dicho, porque aun sigo convencida que es injusto y que no me lo merezco. Díganme empollona o todo lo que quieran, pero mis notas me preocupan más que cortarme el cabello o comer calorías. Me emociono como mierda cuando escucho xilófonos en canciones. Me gusta caminar por la calle, observar y escuchar. Ya no sufro de insomnio, pero no hay nada más exquisito que luchar contra tus propios párpados por causas que valen la pena. Hace un calor inimaginable en Lima, la hermosa, y no quiero ir a la playa. No armaré ese arbol con muchos adornos en mi casa por estas fechas y me llega. 

Mueran humanos.

1 comentario:

  1. Los años nos cambian Lola...ya lo iras notando!quien sabe y hasta algún día armes el arbolito con ilusión.

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