La curiosidad mato a la gata.
Ya falta poco para que mi cerebro celebre penosamente la falta de serotonina desde hace un año. Ya falta poco para que mi depresión o mi supuesto estrés post-traumático cumplan un año y hagan una fiesta en mi cabeza. Pues ese día recuerdo haberme desvelado viéndome al espejo cómo cada segundo que pasaba me volvía más irreconocible y escuchando a Sufjan Stevens mientras me ahogaba en mí misma. No pensaba salir de eso, nunca me iba a imaginar que llegaría este momento en el que lo recuerde después de un año, con tantas cosas que han cambiado, que gané y perdí.
Ahora las historias son distintas, el mundo ha cambiado, yo he cambiado. A veces pienso que tenía razón, uno se hace fuerte cuando se decepciona. Creo que a veces la gente se toma muy a pecho cuando intenta convencer a alguien de algo. Bah, eso ya no importa. Puedo decir que ese día lo recordaré hasta el día que me muera, no porque me siga afectando el contexto o el hecho en sí, sino por todo lo que conllevó, lo que nació y se murió en mí, cómo, desde ese día, cambié para siempre. Me parece absurdo tomarle importancia a lo que sucedió en si, o los participantes y el recuerdo de película, a lo que yo le tomo importancia es todo lo que vino después: cambio de piel. Hasta ahora no sé si lo habré hecho para bien o para mal. En momentos de desesperación parecía que fue para mal, pero luego de muchas palabras y golpes en la cabeza, me di cuenta que también tuvo buenos efectos.
A veces me pregunto, ¿por qué me afecto tanto? Quiero reírme, negar con la cabeza y pensar lo tonta que fui, pero no puedo. No puedo porque sí tengo las respuestas a esa pregunta. Los rezagos quedan y he superado mucho, pero falta aun superar muchas cosas. La desesperación a veces se apodera de mí y hace que quiera regresar al pasado y cambiar muchas cosas, pero luego me doy cuenta que no sería la de ahora, de no haber sido por lo que paso ese día, y los días siguientes.
A veces pienso que de por sí, estaba en una pesadilla, en la cual yo juraba que era un sueño rosado. En el momento que me di cuenta que en realidad todo era una pesadilla, creo que también cayeron sobre mí, todas esas pesadillas que he tenido durante toda mi vida y nunca les toma importancia. Fue un desfogue de mi cerebro, que yo no pude controlar. Tuve muchos cambios desde ese entonces, sufrí diferentes etapas y hasta ahora estoy en un estado que no puedo describir muy bien. Tan solo espero no estar equivocándome tanto y cada vez menos.
Me parecen absurdos los aniversarios, los cumpleaños o cualquier festividad que la gente agarra de motivo para ponerse antifaz y hacer de ese un día especial, cuando lo deberían ser todos. Pues aquí me parece más justificable recordarlo, para recordarlo más que nunca un día, y no recordarlo el resto. Lamentablemente mi absurdo, a veces se aplica a esto.
No haré agradecimientos, ni lo contaré todo al pie de la letra. Eso planeo hacerlo cuando (si es que llega el día) que todo esto acabe.
¡Feliz primer año, depresión! Eres una de las peores (mejores) inolvidables cosas que me pudo haber pasado en mi vida. Espero que no tengas que soplar muchas velitas y no tengas muchos cumpleaños.
Y sí
ResponderEliminarme encuentro aquí
leyendo tu blog
con una taza de café en la mesa
y un porro en la mano...
Ya me he pasado madrugadas así
y aun no me aburro.
He llegado a la conclusión que eres interesante y nocturna.
Pocas personas son interesantes desde mi punto de vista, así que tú, Lola, considérate afortunada.
Un orgasmo.