A veces,
a veces quisiera adelantar el tiempo
-ya no retroceder-
y que yo esté ahí,
nuevamente,
en esa sala de un color blanco nihilista y frívolo
esperando un aterrizaje que nunca llegará.
Me ahogo, me ahogo y me ahogo.
Anhelaba el contenido fuera de la burbuja,
ahora cuesta.
Ya no es rosado, no es morado.
Es nada, color nada.
Era un océano lleno de perlas.
Me ahogo, me ahogo y me ahogo.
Recuerdo hace un año estar pidiendo fuerzas,
¿a quién le pedía fuerzas?
Solo las pedía, sin saber a quién.
Lo siento, soy demasiado humano.
Me ahogo, me ahogo y me ahogo.
La canción que escucho,
antes la cantaba a oscuras,
imaginándome a mí misma cantarla en público.
Por ese entonces tenía voz, quería cantarla.
Hermosa, oscura. Se adecuaba perfectamente.
Ahora ya ni la puedo cantar, solo me ahogo en ella.
Me ahogo, me ahogo y me ahogo.
La sala blanca es la arcadia que nunca llegará.
Me ahogo, me ahogo y me ahogo.
Quiero que se coma mi corazón sin que sea suyo.
Un día, solo por un día.
Y luego darme el plaser de jugar a las ezcondidas.
PD: Esto no es poesía. Tampoco ha intentado serlo.
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