lunes, 26 de diciembre de 2011

Autodestrucción

Yo soy mi antídoto. S.O.S.

Miedo. Tengo miedo. Mucho miedo. Miedo de mi misma.
Dicen que el egocentrismo es una visión distorsionada de la realidad. 
Espero que verdaderamente sea así.
Visiones falsas, irreales, distorsionadas. 
Palabras e imagenes tergiversadas. Fatalistas.
Autodestrucción.

Me ven reír, me ven comer, me ven cantar, sonreír, me ven a los ojos.
Pero nadie ve cómo me muero por adentro.
Cómo el veneno va entrando y me carcome. Me pudre.
Solo las personas que han visto mis ojos cuando me muero, saben que lo estoy haciendo.
Saben que me desangro por dentro.
Saben que estoy ahí, pero en realidad no estoy ahí.

Lo peor de todo, es que el veneno no es externo.
Esta vez no. 
El veneno, el tumor, la infección, está dentro de mi.

Pensamientos rumiantes. Vueltas dentro de mí.
Persecuciones mentales. 
Yo puedo sola, ¿sola puedo?
La locura le gana a la cordura
Necesito...mucho (te/los).

¿Salida fácil? El miedo gana.
¿Salida difícil? ¿Yo le gano al miedo? ¿O masoquismo?
Yo gané la batalla, pero no he ganado aún la guerra.
Guerra contra mi misma.

Me quiebro y nadie lo sabe. No culpo.
Hago collares de perlas con esa mezcla de hidrógeno y oxígeno. Nadie lo sabe.
Me ahogo, me cuesta dormir. Vacíos en el pecho. Punzadas.
Confusión, dolor, miedo. Miedo que se este repitiendo.

Este es el miedo. El miedo de que venga algo peor. 
No lo permitiré. No ahora. Nunca más.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Buscar explicaciones sin razón alguna

Phantom Love.

Ayer caminaba por la Plaza Bolognesi, agarrando su mano. Los pies me mataban por las sandalias de mierda, que solo me las había comprado por ser moradas y porque estaban muy baratas. Yo no quería dejar de caminar. Íbamos dando la vuelta y yo tenía esa sensación de apoyar toda mi seguridad en él, no porque sepa casi todas las artes marciales literalmente, sino porque esa había sido mi costumbre. Luego me di cuenta que los dos andábamos igual de perdidos y nos reíamos. Yo creía todas sus bromas de lo bien que se ubicaba muy bien, porque eso era lo normal para mí, pero luego cuando me decía que estaba tan perdido como yo, solo atinaba a reírme. ¿Reírme de qué? ¿De sus bromas? No, no ... era simplemente felicidad. No podía creer nada de lo que pasaba, tan real y a la vez tan, hermoso. Libertad, felicidad, estar enamorada, sentirme cómoda, amar y ser amada. ¿Qué mas podía pedir? Miraba a mi lado y solo me preguntaba, ¿qué carajos ha hecho este ser conmigo, que podría caminar todo Lima agarrada de su mano hasta quedarme sin pies? Él me miraba y sonreía a más no poder y le preguntaba qué sucedía. Él solo me decía que estaba muy contento, que es muy feliz conmigo. Ese instante, ese mismo instante, hizo que ese día se vuelva uno de los más felices de mi vida. Tengo que resaltar ese día, porque a decir verdad, no hay día que este ser no me haga reir. ¿Arrancarme sonrisas? Mis bolas inexistentes, él me hace reír, él me hace feliz. La gravedad dejó de exisitr por un momento y pedacitos de cielo estaban cayendo...

Ai am in lof.

Vueltas

Y qué más se puede pedir....

Todo siempre tiene un principio. Todo tiene un final. Obviamente, ambas cosas solo dependen de uno mismo, pero uno siempre va a ceder a una de las dos cosas, porque un final, indica un nuevo comienzo. Inclusive las cosas que nunca parecen tener final, que generalmente son las que queremos que terminen más rápido. Y para añadirle la contraparte, las que queremos que nunca acaben, terminan de alguna u otra manera, desde cierto punto de vista. Todo es eterno mientras dura. Aunque toda esta hipótesis, en mis escasos casi dieciocho años, no es muy contundente que digamos. No he vivido nisiquiera dos décadas como para presenciar y vivir lo que es algo fugaz o duradero. Desde mi punto de vista puede que diga que he vivido muchas cosas, pero creo que también he llegado a punto, en el que debo subestimarme y ser modesta con esto de las experiencias. Solo puedo afirmar que todo tiene un final, ¿y lo eterno? Pues, hasta ahora no he vivido nada eterno. ¿Será porque nunca he querido que nada sea eterno? Insaciable como siempre...

Las certezas son las únicas en las que puedo confiar. Certezas como saber como se siente cuando presiono un durazno en mis labios. La textura no cambia, la sensación es la misma. Hasta me trae recuerdos. Besar su hombro y sentir como se estremece, para luego ir subiendo con mi boca y susurrarle en su segundo órgano sexual, como él mismo dice, su oreja. Certezas como saber que siempre sentiré esa sensación de no ser única para las personas que más quiero. ¿Por qué ser única? Pregúntenle a mi cerebro, eso ni yo lo puedo controlar... no sé si es Lola o soy yo la perra que jode con esos pensamientos egocéntricos.

Círculos viciosos. Esos que nunca parecen tener fin. Pero sí, sí lo tienen, si es que uno quiere ponerle fin. Y sí, también creo en esa frase súper cliché y más pegajosa que chicle en mi cabello: "Querer es poder". Léanla una y otra vez, y se darán cuenta que es verdad.Círculos viciosos. Recuerdo caminar por mi universidad, sin despegar la mirada del suelo y llegar a una conclusión con ... la verdad no recuerdo con cuál de las tres fue, pero fue con una de ellas: te cagan, cagas a X, X caga Y, Y caga Z ... y ese círculo vicioso de las cagadas que hacen que las canciones de amor tengan sentido. Las canciones tristes de amor, como las felices (etapa pre-cagada), que se sienten más porque comparas con las cagadas anteriores. Oh sí, las comparaciones, otro círculo vicioso. Lo peor que puedes hacer, pero qué chucha, igual lo haces, ¿no? Sino, ¿cómo las mujeres, con cerebro y oportunidad, han elegido a sus futuros esposos? Es algo que se siente, pero es algo que uno también tiene que haber elegido a conveniencia propia. Todos quieren ser felices.

Mi estado para finalizar este año y las proyecciones que tengo para el próximo son óptimas. Recuerdo como finalicé el año pasado, y simplemente, digo ¿qué mierda fue conmigo? No creo en la supersticiones, ni en las palabras de aliento al estilo Coehlo, pero hay ciertos misterios... 

Quiero que me sigan rompiendo los esquemas, pero no quiero que me rompan a mí.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Desesperación

In this world of troubles, my music pulls me through.


Más Agosto que nunca. Frío. Ese frío que ella desearía que se viva todos los días en vez de soportar este calor que le saca desquicio y le hace sudar más de lo normal. Había resucitado, pero aún no vivía. En ese entonces, era deprimente levantarse por su madre con un vaso de agua en la mano y en la otra con una píldora, mientras veía el cielo gris desde su ventana. No hay nada que hacer. Ella recuerda esos días como si hubiese sido un sueño, como si fuese la continuación de una película de la cual uno se pregunta siempre qué sucede luego del final. Luego de un final trágico.

Desempolvando ciertas cajas viejas, encontró a Renato. No era una caja del todo vieja, pero cuando sintió ese golpe en su espalda de un lápiz recien tajado, una caja se abrió. Al voltear y mirarlo por primera vez, sintió que todo realmente le tembló. Miró a su costado y Arlene estaba sacando su lapicero imponiendo su zurdura en esa clase que luego se convirtió en su favorita, aun no era muy amiga suya como para hacerle ese comentario picaresco que había visto un niño bonito. Escuchó la voz de Renato por primera vez diciéndole que le pase el lapicero de una forma muy poco amable. Ella volteó con el ceño fruncido para mandarle esa mirada de desprecio, sobre todo si se trataba de un hombre. Sobre todo si tenía enamorado. Jamás había entendido esa actitud tan repelente hacia ellos. Pero lo miró por primera vez y, bueno...el resto, las emociones, la sangre que empezó a circular más rápido de lo normal, ya no necesita descripción. Lo bizarro era que estaba con enamorado. Y era el primer chico que le movía el piso estando con él. Dicen por ahí que si te gustan dos personas, en realidad no te gusta tanto la primera, porque sino, no te hubiese movido el piso la segunda. Así dicen, así dicen.

Renato le escribía todos los días desde que salieron de vacaciones. Ella estaba viviendo el fin, sabiendo que era el fin de su relación. No sé si Renato se las olía, pero él le escribía con más frecuencia y coincidentemente, ella quebraba más lo que quedaba de esa relación tormentosa. Ella no se explicaba por qué Renato preguntaba cada vez más por ella, mientras le respondía que no podía verlo o mientras leía sus saludos y sus preguntas de por qué no le respondía. La última vez que Renato la vió, ella estaba más que borracha en su casa. Una noche que ella no recuerda bien. Renato odiaba el alcohol y odiaba a las chicas que hacían papelones como el cual ella había hecho esa noche. Lo único que recuerda bien, fue ese momento en el cual ella fue a la cocina con Renato y se empezaron a bromear como lo solían hacer a escondidas. Esas bromas picarescas que a veces hacían sin que los demás los escuchen. Pero a veces, esos comentarios de "eres demasiado bonita" o "hoy te pongo un diez", eran inevitables. Pero solo veían miradas perdidas y desentendidas cuando terceros presenciaban ese intercambio de cumplidos entre ambos en esa clase, que siempre será su favorita.

Con el pijama eternamente babeado, unos cuantos kilos menos por no comer y sin restos de maquillaje por no salir, decidió responder a Renato, diciéndole para verlo en esa semana. No sabía lo que hacía, pero después de todo, él había sido el primero en leer esas palabras tipeadas con mezcla de lágrimas cuando regreso luego de ponerle el verdadero y único punto final a esa pesadilla. Una salida de amigos, nada más. ¿Qué podía ser? Luego de un par de canceladas, un día Lola decidió ponerse un vestido celeste, panties negras, botas grises y maquillarse con los ojos bien negros como siempre lo había hecho. Después de todo, si iría con otras intenciones, no se maquillaría porque sabe que a él no le gustan las chicas maquilladas. Solo conversarían como buenos amigos, como él siempre le había dicho. Cuando se subió al carro camino a su casa, se dio cuenta, que ese carro le iba a llevar a un destino algo...distinto. Algo iba a pasar.

Se miró en el espejo de ascensor mientras marcaban los números de izquierda a derecha como un péndulo
. Era algo hipnotizante, hasta que en el número 17 paró. El Vuelo 17 despegó y vió una sombra negra detrás de la puerta. Él le abrió la puerta sonriente con su mascota en manos. Se acercó para darle un beso en la mejilla y él la abrazó sabiendo lo duro que estaba siendo todo. Él sabía muy bien de estas cosas, sí que lo sabía.Entró a esa casa blanca que de día se veía mucho más bonita y lujosa que en esa noche donde la cabeza le daba miles de vueltas. Estaban solos, completamente solos. Y a diferencia de ese día que estuvo con sus amigas en la azotea de su penthouse, esta vez la agarró del brazo y la llevó a su cuarto. Notó su cara de confundida y le dijo que si quería podían ir a la sala. Ella timidamente negó con la cabeza y se quedó  parada mirando el sintetizador. Él noto su interés.

-Te tocaré algo para que te sientas más cómoda.- él le dijo sonriente. ¿Cómo era posible que sea tan tierno?
-Escucharte tocar. Extrañaba eso.- le dijo ella medio risueña.

Empezó a tocar cosas totalmente aleatorias y le vinieron a la mente todos esos recuerdos de su primer ciclo. Un primer ciclo que realmente ella no iba a olvidar por estar ahí sin estar ahí. Por la manera de que ella dejaba que los tormentos se queden dentro de ella hasta en los momentos menos indicados. La película que pasaba dentro de su cabeza paró abruptamente con su voz.

-Esta canción, mi profesora me dijo, que la toque a la chica que me guste. Que todas se enamorarán de mi cuando la toque.- lo dijo con ese aire tan orgulloso como siempre lo había tenido.
-¿Ah si? Graciosito estás.- le dijo Lola riéndose como niña nerviosa. No solo recordaba ese ciclo "desperdiciado", sino cómo él le movía el piso. No solo lo recordaba, ¿lo estaba sintiendo?
Toco su canción para "enamorar". La letra era evidentemente superficial. La melodía era preciosa. Lola se sumergía en los recuerdos que volvían a ser sentimientos. Miraba su perfil a contraluz con la ventana que estaba a su costado y se veía todo Miraflores tan gris. Era tan...
-¿Qué tal? ¿Te gustó?- lo dijo usando ese tono de voz que raras veces lo había escuchado así...
-No me has enamorado, mongo.- le dijo Lola con ese aire de invencible, denotando para ella misma, que no lo era frente a él.

Pasaron toda ese día conversando, luego de que él la invite a sentarse en su cama y ella obedeció timidamente. Fue genial como lo iba a dejar de ver mientras mas oscurecía y ese sol inexistente que solo hacía que el cielo se vea gris, desaparecía y ahora lo que alumbraba su rostro, eran las luces naranjas de todo Lima. Ella le conto cada detalle sobre su relación anterior, lo terrible que fue cómo era morir día a día, no solo por las desilusiones, sino porque ella pensaba sentir, que a pesar de todo, lo seguía amando. En su cara veía algo más que una escucha, más allá de comprensión o entendimiento. Ella pensaba que así se debían de sentir las personas que le contaban algo a ella, ella siempre estaba en esa actitud de un interés infinito hacia los demás, pero no se había sentido así jamás en frente de otra persona. Ella siente que puede escuchar, pero que nadie la escucha. Se había resignado que eso no era necesario, pero él...

-Mira qué hermoso está el cielo, Lola.- le dijo echándose al costado de sus piernas y mirando todo el cielo magenta combinado por las luces naranjas de Lima.
-La vista desde tu cuarto es increíble, en serio.- le dijo ella nerviosa por la manera que él se echó a su costado.
-Tú lo eres también. En serio no sabes cuánto te entiendo por todo lo que me has contado. Yo he pasado por cosas similares Felizmente ya se acabó todo.- le dijo él acurrucándose en sus piernas y frotándose tiernamente. Ella se quedó inmutada, jamás había hecho algo así o lo había visto haciendo algo así. Okey, ¿era un gilero pendejo o simplemente le nació hacer eso?
-Oe, ¡suave!- le dijo ella apartándolo. Tan cagona como siempre.
-¿Qué tiene de malo que haga eso?- le dijo extrañado por su actitud tan repelente, pero a la vez no le sorprendió.- solo me estoy acurrucando, Lola.
-¡Já! Coqueto eres, Renato...- le dijo ella riéndose y optando por dejarlo hacer eso, después de todo eran amigos, ¿no? Pero esperen, ¿qué carajos hacía ella ahí, a las seis de la tarde, viendo el atardecer en Lima con él? Algo raro estaba pasando, o al menos ella lo presentía.
-Lo que tú digas, Lola, lo que tu digas...- le dijo él mientras seguía frotándose en ella. A la mierda todo, ella también se echó a su lado, de tal manera que corto la sesión cariñosa y empezó a mirar el cielo desde esa altura.
-De igual manera, no podrías ser coqueto conmigo, porque yo tengo todo lo que odias en una chica.- dijo Lola muy convencida, pero sabiendo que esas frases iban a su favor, esperando que la otra persona diga todo lo contrario. Derrepente, el levantó la cabeza desconcertado.
-¿Qué dices? ¿Por qué piensas eso?- le dijo con una cara de confundido. Okey, esto ya era muy raro. Verdaderamente ella tenía todo lo que él odiaba en una chica. ¿Por qué hacía eso? O es que la veía como un paño de lágrimas, o para usarla, pero no...a Lola jamás la habían visto de esa manera y sería el colmo que Renato, su amigo, la vea así. Quizás Lola solo estaba exagerando las cosas y así se comportaba con todas sus amigas.
-Pues porque, tu odias a todas las chicas que se maquillan porque es "contranatura", y tú sabes muy bien que me maquillo y me gusta.- le dijo ella preparada a nombrar todas las razones por las cuales no podrían estar juntos.
-Pero, tú...a ti se te ve distinta. Sin bromas, Lola, a ti se te ve muy linda con maquillaje. Sobre todo en los ojos. Tus ojos...- le dijo él mirándola fijamente a los ojos, se estaba empezando a perder ahí.
-Okey, pero yo fumo, tomo, hasta me he drogado y tu estás totalmente en contra de eso, cabeza cuadriculada.- le dijo con ese humor negro, burlándose de él, para tratar de tapar la emoción que había causado al escuchar sus palabras anteriores.
-¿Y? O sea, en verdad acepto que soy una mente cerrada, pero no sé, al entrar a la Católica sentí que mi mente se fue abriendo de a porrasos, sobre todo cuando te escuchaba hablar a ti. Tú y tus experiencias de chica europea.- lo dijo riéndose. Esto no podía ser posible. Todos esos impedimentos y todos los por qués ella veía a Renato tan imposible y tan platónico se habían difuminado. Ella siempre vió a Renato como un chico demasiado lindo desde la primera vez, pero desgraciadamente, no compatían y tampoco se complementaban.
-Así que no hay "peros" en nuestra relación.- le dijo ella riéndose y cambiando el tono de voz. Oh no Lola, no de nuevo.
-Pues sí, ¿alguna otra razón por la cual no podríamos estar juntos?- le dijo él retándola y acurrucándose en su brazo.
-Pues, no. Ninguna.- le dijo ella mirándolo dulcemente. Una puerta se cerraba, otra se abría. No podía creer lo que sucedía.
-¿Quieres ser mi enamorada?- le dijo él acurrucado en su brazo.
-Ya pe, por qué no.- le dijo ella riéndose, denotando, OBVIAMENTE, que era broma todo eso. O al menos eso quería ella.
Silencio por unos cinco minutos. Estuvieron viendo el cielo magenta. No dijeron nada. Ese silencio y la ausencia de esa risa quebradora, decía algo más. ¿Qué carajos sucedía? Ella definitivamente quería estar sola. Estaba enferma de las relaciones, además hace tres o dos semanas recién había salido de una horrible y definitivamente, ella no era de ir desperdiciando emociones o de las personas que necesitan desconsoladamente saber que alguien se está arrastrando por ellas y para derramar tantas cursilerías simplemente por buscar afecto en una soledad que no se tapa con personas. Ella no era así y nunca lo había sido. Esto no iba a ser una excepción. Ella necesitaba un buen descanso de estas huevadas. Se empezó a reír de todas las cosas que empezaron a rodar en su cabeza. Quizás todo esto era una simple joda y nada más.
-Ya, Renato no te hagas. En la vida estaríamos juntos. Además, ¿enamorados? En serio no quiero estar con alguien por un buen tiempo.- le dijo ella poniendo un tono más serio.
-Oh claro, Lola, eso lo entiendo perfectamente. Era solo una broma, ¿verdad?- Broma, las bolas de Lola. -¿vamos a caminar por el malecón?

Ni fumo, ni tomo, ni bailo pegado
ni fumo, ni tomo, ni bailo pegadito.
(Oeste - La Lá)

La cabeza de Lola le empezó a arder los siguientes días. El corazón le latía más rápido de costumbre y cada mañana que despertaba no podía dejar de pensar en Renato. ¿Qué carajos le sucedía? Ahora ella no se despertaba medio muerta, medio viva en las mañanas para tomar sus pastillas. Ella se despertaba, cogía el celular al lado de su cama y este día, decidió hacer algo más que mirar la hora: le mandó un mensaje.

Lola decidió dejar de lado todos esos protocolos idiotas de esperar que el hombre de el primer paso (¿Primer paso en qué?). Ella quería algo, y cuando ella quiere algo, siempre lo consigue. Eso suena a capricho, pero sí, era un capricho y si no hacía algo luego iba a empeorar con toda esa cuestión.¿Qué quería ella? Pues lo quería a él, así de simple. Lo quiso desde un comienzo, y no se pudo porque tenía enamorado. Bueno, seamos sinceros, ella no lo quiso desde el comienzo porque en verdad, tenía una barrera frente a ella y segundo, vió que simplemente no se complementaban, lo cual fue un punto a favor hacia esa mierda de relación que tenía. Llámenlo paño de lágrimas, desesperación, o lo que sea, pero ella solo sabía que lo quería a él, sea como sea, ese día iba a ser el día. Y ella no iba a pegar un ojo si es que no lo veía hoy. ¿Solo verlo? Já.

De pronto, a las nueve de la noche, nuevamente se encontraba subiendo al piso diecisiete. ¿Tomaba de nuevo el vuelo? No, ya lo había tomado desde ese día por primera vez. Para que esté yendo a esas horas a su casa, creo que era evidente la desesperación y las ganas insaciables. Esto no era normal, pero Lola definitivamente, no era la chica de quedarse con esas ganas. Mandaba a la mierda el orgullo y ponía por delante lo que ella se proponía. Esta vez no había sombra negra cuando se abrió la puerta del ascensor.

La puerta estaba abierta y todo estaba oscuro. Recordó el día que terminó muy ebria porque así estaba de oscuro cuando entró por primera vez a su casa. Miró a la sala y no había nadie. Miro al costado, y por el pasillo había una luz que salía desde su cuarto. Entró tímidamente y lo vió configurando una nueva computadora. Volteó a mirarla y puso una cara de "llegaste"...se sentía tan puta, pero no le importo. A estas alturas ya no importaba nada, ya estaba ahí y era lo que había deseado desde hace varios días.

-Estoy enferma, no me des un beso.- le dijo ella no porque lo decía en serio (en verdad sí estaba enferma), sino como parte de sus frases que esperar y requieren una respuesta correcta.
-No me importa.- dijo él riéndose y abrazándola. Ese aroma le hacía recordar mucho al primero.
-Es en serio, estoy enferma y me han salido puntos en el vientre. Es como una varicela.- le dijo ella siendo más cagona. A veces ella no distinguía cuando era cagona a propósito o si ya era algo natural.
-Te diría para verlos, pero no creo que quieras, ¿cierto?- le dijo poniendo esa mirada picaresca que a veces ponía cuando hacían sus bromas.
Ella solo se río y procedió a sentarse en su cama sin que él le de permiso. La sangre corría más rápido que catarata cayendo por todas sus venas.Él volteó a seguir configurando su computadora y cuando volteó nuevamente a hablarle, ella ya estaba echada, acomodándose el cabello coquetamente. Él inmutado se le quedó viendo...
-¿Sabes? Creo que es época de renacer. No quiero ningún enamorado, pero no puedo negar ciertas cosas en mí. Estoy bien sola, pero así es lo mejor. Sola, pero puedo estar bien acompañada. -le dijo ella mientras se agarraba el pelo y movía las cejas a más no poder. Se había delineado como nunca los ojos, con una perfección que jamás volvió a repetir. Pero vió su cara de desconcierto.
-¿Qué fue? ¿A qué viene todo esto, Lola?- le dijo él sorprendido por todo lo que decía. En ese momento, se dio cuenta que estaba yendo demasiado lejos. Las ganas y la desesperación la estaban dominando peor que una mascota. Estaba totalmente domada por sus impulsos y se estaba olvidando de la razón. ¿Y el por qué se hacía al desentendido? Quizás ella estaba confundiendo todo en la cordura de su locura. Quizás todas las cosas que se había replanteado respecto a él, en realidad no tenían fundamento alguno y solo se quedo en pura broma. Pero, ella estaba consciente de que había pasado algo más, ella lo sabía. ¿Estaba a caso jugando con ella?
-Nada, nada, olvídalo.- le dijo ella muy apenada e incorporándose y volviendo a ser la misma de antes. Algo se quebró en ella.¿La estaban cagado ahora a Lola?
Él vió su cara de confundida y se echó a su lado con los pies en la cabecera y boca abajo. Empezó a sobarse nuevamente con sus piernas. Lola se estaba muriendo por dentro, ¿qué era lo que pretendía? Temerosa procedió a echarse a su lado, también como excusa para cortar ese contacto físico del cual ella no estaba acostumbrada que haga un amigo cualquiera...creo que por eso estaba confundiéndose. Pero tampoco es del todo normal esas muestras de cariño a cualquier persona, ¿no? Ese alejamiento fue fallido, ya que cuando ella se echo a su lado, empezo a frotarse con más ganas y acurrucarse en su brazo.
-Lola, ¿alguna vez has jugado botella borracha?- le dijo él mirándola a los ojos esta vez. Lola no pudo evitar voltear sus ojos y reírse para sí misma por esa pregunta tan infantil.
-Pues, claro. Creo que esa fue una de las pocas maneras que logre agarrar con chicos sin conocerlos. Y bueno sin contar...
-Solo te preguntaba. Yo nunca he jugado, con las justas he besado a 3 o 4 chicas en mi vida, creo.- Le dijo él cortando toda sus historias. Ella cuando escucho esas cosas se le enternecía todo lo que llevaba dentro y él parecía, por el contrario, apenado en contarle todo eso. Se volvió a acurrucar en ella tratando de finalizar el tema.
-¡Qué coqueto eres, Renato!- le dijo ella riéndose y dejándolo acurrucarse de esa forma, después de todo, creo que para eso había ido, ¿cierto?
-No soy coqueto, pero si tú lo dices...- lo dijo ahora acercándose a su cuello y acurrucándose ahí. Ella estaba en pleno éxtasis sensorial. Con él sentía el contacto físico como nunca, ni como el primero que era el símbolo total de la ausencia de ese contacto y bueno, ni qué decir del segundo, que sinceramente, nunca se vió muy atraída del todo por el físico sin caer en la superficialidad. Pero con él había algo más.

-Esto es ser coqueto, Lola.- le dijo aguerridamente y la sujetó por la cadera y la volteó boca arriba y el se encontraba encima de ella. Los latidos del corazón de Lola nunca habían corrido de una manera tan veloz. Pasaron muchas cosas por su cabeza: estaba jugando con fuego nuevamente. O al menos eso creía. ¿Es que Renato era un pendejo? No, eso no puede ser posible. Él es absolutamente todo lo contrario, pero puede que sea así con todas sus amigas ... no, no creo.
Renato vió los ojos desorbitados de Lola, de miedo, de arrepentimiento por haber llegado tan lejos.
-Perdóname, Lola. En serio lo siento mucho...- le dijo él dejándola ir. Ella rápidamente se volteó y de nuevo se sentó. Su mente estaba en blanco por tener tantas cosas a la vez y no poderlas poner orden.
-¿Que fue oye?- le dijo ella dudosa y mirándolo a los ojos. ¿Le había gustado que haga eso a caso?
-Nada, no fue nada. Perdóname.- la agarró de las manos e hizo que se echara dándole la espalda. La empezó a abrazar, acariciar el cabello y pedirle perdón innumerables veces al oído. Lola se había teletransportado a otra dimensión: no sabía si era por todo lo que Renato estaba haciendo con ella o porque empezó a darse cuenta que estaba jugando con fuego. Era una mezcla.
-¿Por qué me pides perdón? ¿Esto no haces con todas tus amigas? ¿Eres así de coqueto con todo el mundo? ¿Qué es lo que tramas?- le dijo ella ya entrando en consciencia y volteando a mirarlo. Silencio largo.
-Tú sabes, Lola...yo no soy de hacer este tipo de cosas, no soy así. Nunca lo he sido.- le dijo él temeroso por decir esas cosas, de trasfondo se sentía el miedo de quedar como un mongo por no ser un "pendejo", pero si él supiera que ella desfallecía por ese tipo de chicos.
-¿Y así eres de cariñoso con tus amigas? ¿Como lo estás siendo conmigo?- le dijo ella todavía cuestionándolo.
-Lola...- le dijo él volteándola nuevamente a la misma posición de hace unos minutos. Ella ya no puso la misma cara desencajada de antes.- me estás confundiendo. Y mi respuesta es no. No sé qué sucede.
-Tú también lo estás haciendo conmigo. Me estás confundiendo mucho. - le dijo Lola terminando la ultima palabra en su boca. Sintió como a la primera su lengua entró en su boca y como ella hizo lo mismo con la suya. Nisiquiera empezó como un besito de rozar simplemente los labios, empezó como un beso muy apasionado, fogoso y sus manos recorrían todo su cuerpo. Ella hacía lo mismo con su pecho, con sus brazos. Los besos empezaron a ser más apasionados, ella mordía sus labios, esos labios que ella había soñado desde hace mucho besar y ella también estaba segura, que por la respuesta que obtenía, que él también quería lo mismo con ella. Él bajaba sus manos suavemente de su cintura a su cadera, bajo su boca su cuello, mientras que ella agarraba su hombro fuertemente tratando de contener todos esos sonidos reprimidos.Él volvió a buscar su boca como si ahí fuese su lugar nuevamente, siguieron besándose por largo rato. Ella sentía como todas sus mejillas se ponían rojas por sentir esos movimientos pélvicos sutiles que empezó a sentir y algo más entre sus piernas. Esto ya se estaba escapando de las manos...Lola lo empujó abruptamente volviendo a la realidad.
-¡¿Qué mierda te sucede?!- le dijo ella muy asustada, pero de alguna forma exagerándolo para imponer desconcierto y ladyness. Nunca tan fácil.
-¡No sé, no sé!- le dijo él parándose de la cama y agarrándose la cabeza. Empezó a caminar de un lado a otro.
-¿Qué estamos haciendo, Renato?- le dijo ella ya más tranquila y mirándolo inocentemente.
-No sé...solo hay una manera de saberlo.- le dijo él mirándola fijamente. Apagó las luces y se lanzó sobre ella salvajemente.
Siguieron con los besos desesperados como si en algún momento se acabaría el fin del mundo. Su boca empezó a bajar nuevamente hacia su cuello y cada vez más abajo. Ella estaba a punto de gemir descontroladamente, hasta que volvió a la realidad de golpe.
-¡Renato, no! Para, para...- le decía ella gritando y sus gritos eran apagados por el placer que la dominaba. - ¡Renato, no! ¡Ya para!
-Esta bien, perdón.- le dijo él parándose y prendiendo la luz. Por alguna extraña razón, a Lola le gustaba que siguiera con esos besos por más que le pedía que parara.
-Ya mira, hay que sincerarnos. Renato tú...tú me gustas mucho. Siempre lo has hecho.- le dijo ella mirándolo y dispuesta a soltar todo lo que sentía por él ya que vió que había una respuesta.
-Tú también Lola, Me gustas, pero yo nunca te ví como algo posible porque estabas con ese huevón...o sea, eres demasiado, pero demasiado bonita e inteligente, pero nunca te ví como algo posible. Eras un platónico, por eso nunca deje fluir algo más por ti.- le dijo él mirándola profundamente a los ojos. Ella no podía creer todo lo que escuchaba.
-Ya, Renato, ¡tú también me gustabas demasiado! Y yo también te ví como algo imposible, o sea pensé que nunca te fijarías en mí por lo que me contabas...todos tus prejuicio...- le dijo ella bajando el rostro.
-¿Nunca fijarme en ti? Ni el más loco no lo haría...- le dijo él acariciándola y trayéndola hacia él y abrazándola.
-Todo lo que conversamos la última vez, definitivamente me abrió la mente y de lo que ibas a ser un eterno platónico te convertiste en algo...posible.- le dijo ella acercándose a él y rozando sus labios. Esto era increíble.
-Desde mi punto de vista fue todo lo contrario...yo pensé que definitivamente no querías nada conmigo. Te mostraste tan segura de tu posición, pero cuando viniste ahora, no sé, sabía que algo pasaría. Lola...- le dijo él poniéndose encima de ella y apagando la luz con otra mano y procedieron a besarse más. Esta vez los besos fueron más tiernos y más allá de la lujuria y lo físico, había un sentimiento, pero más allá de sentimiento, se notaban latentes esas ganas, ese beso que moría por hacerse realidad, las caricias que finalmente eran concluidas.
-Renato, te quiero mucho. No quiero cagar nuestra amistad. Es lo que menos deseo.- le dijo ella parando los besos nuevamente. Lola los paraba cuando sentía que ya estaban saliendo de ese límite invisible que ella había trazado en su vida que supuestamente no tenía límites. Cuando jugaba con fuego, al final, era algo cautelosa.
-Yo tampoco deseo eso, Lola. Pucha, ahora que dirán los demás cuando se enteren.- dijo él moviendo su cabello hacia atrás. Ella enloquecía con ese cabello negro, lacio y con ese corte que le encantaba.
-No voy a negar que eso también me importa, pero...tú sabes, yo no quiero...
-Lo sé, no quieres estar con nadie. Pero esto, ¿esto no te gusta? Tú me gustas, yo te gusto.- le dijo él acaricándole el cabello y besándola suavemente.
-¡Claro que me gusta! Era algo que estaba esperando desde hace mucho. Renato tú me gustaste desde el comienzo y fue un gusto, un gusto que me movió el piso.- le dijo ella sonrojándose, mientras que a él se le abría la boca al escuchar todo eso.
-Woow, Lola...no puedo creerlo en serio. Pero, ¿por qué no hiciste algo? Yo no podía hacer nada. Tan solo recuerdo que me quedé pensando en ti desde ese día que estuviste en mi casa con las demás...que dudo mucho que te acuerdes, pero en serio, estabas tan linda.- le dijo él riéndose. Lola estaba desconcertada, el detestaba ver a chicas borrachas.
-Renato, a ti no te gusta ver a las chicas tomando y mucho menos borrachas. Es más, tienes un trauma a raíz de eso.- le dijo ella frunciendo el ceño.
-Lo sé, lo sé, pero tú... tenías algo que, no sé. A mi también me sorprende mucho que me haya parecido tan linda una chica que minutos más tarde estaba vomitando en el carro de sus padres.- le dijo él riéndose y haciéndole cosquillas mientras le besaba el cuello. Lola se reía.

Hablando de padres...empezó a sonar el celular de Lola. Lola miró a Renato con un cara de tristeza y de no querer que ese momento tan anhelado se acabe. Renato tan solo se le quedó mirando y procedió a pararse y ponerse su casaca de cuero para acompañarla. La estaban esperando abajo, ahí, en lo terrenal.
-Te voy a extrañar.- le dijo ella sin aguantarse más y lanzándose sobre él a darle un abrazo más y a besarlo tiernamente.
-Yo también Lola, yo también. Mierda, y ni una clase juntos...- le dijo él besándole todo el rostro.
-Pásame tu horario, ¿cuándo nos veríamos?- le dijo ella agarrándole las manos y con una cara de que tenía que volver a la realidad.
-Mañana, pasado, todos los días, todos los días.- le dijo él abrazándola y besándola suavemente.

Pero es que a la primera persona que me ayude a sentir otra vez
pienso entregarle mi vida, pienso entregarle mi fe, 
aunque si no eres la persona que soñaba para qué 
(¿qué voy a hacer? nada).

Estuvieron en el ascensor callados cada uno en cada esquina, mirándose y escondiendo las caras, porque el ambiente ya era otro, ya no estaban allá, arriba. Lola no se pudo aguantar y fue hacia él. Lo abrazó y se escondió en su pecho por unos segundos.
-Renato...- le dijo alzando la mirada.
-Dime, Lola.- le dijo él perdiéndose en sus ojos.
-¿Qué somos?- le dijo ella buscando algo más en los suyos.
-Somos lo que tenía que pasar. Y es que era inminente. - y se acercó por última vez a besarla en los labios, esos labios que se buscarían desesperádamente hasta el lunes. La gravedad los presionaba, y es que habían llegado al primer piso, a lo terrenal.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Regresiones


Por el espejo retrovisor.
Retrospecciones.
Prospecciones.
Circunspecciones.
Introspección:
¿Por qué yo? Quizás fue esa nostalgia por el pasado que me inculcaron.
Nostalgia por un pasado en el cual ni mis padres se conocían
Quizás simplemente yo no existía para esas personas.
Te admiro.
A ti.
A ti.
Y a ti.

¡Ciudadanos!


Así es Lima en verano. Horno. Horno microondas. Ciudad café, pero de granos plomos.

¡Ciudadanos!

¿Cuántos son los verdaderos amores que se tienen en la vida? ¿Cuántos más te tocan?

¿Y la moraleja?


Vómitos de la tercera crónica con análisis antropológico que hago consciente y la primera que hago totalmente sola.

La pregunta es ... ¿qué es mejor? ¿el trabajo de campo o redactarla en una madrugada que me roba los sueños? Difícil de escoger, amigos. Al menos para mí, sí lo es.

Escribí sobre uno de esos lugares, que ya perdieron el nombre de lugares y solo son conocidos como huecos por sus mismos caseritos. Olor a cigarro, a cebada, quizás algo más, en serio no es necesario tener un motivo para ir. Si te consideras insaciable, con ciertos vacíos que necesitas llenar con algún placer hedonista y sin nada mejor qué hacer, te recomiendo que vayas. Y para los observadores, pues vayan a chequear y, por qué no, si ya tienen un vaso al frente, disgustar un poco. Al final, todos terminamos chupando y que chu.

Rutinas, vida cotidiana, los "no lugares", redes sociales, identidades, la urbe, hedonismo, él, yo, la grabadora en la mesa, llega el momento tan esperado y orgásmico de botar el análisis antropológico atragantado en mi garganta cargado de metáforas, analogías y crudeza, y  la imparcialidad que recorre sobre las venas de las yemas de mis dedos tecleadores tiene que hacerse presente.

"T tiene un círculo muy grande de amigos y hace cada vez más con cada sorbo que da a su trago. Los amigos de T que acuden a este lugar son, en su mayoría hombres, que decidieron continuar la rutina etílica que comenzaron cuando eran cachimbos. Él cuenta que la única manera que muchos de sus amigos dejan esta rutina es cuando se enamoran o cuando tienen novia, pero para él, su única y eterna enamorada, es una botella de cerveza a la cual abraza mientras cuenta cómo lo 'abandonan' sus amigos."

Ni más, ni menos

Aquí pes yo, LGG, eterna quinceañera pura e ingenua, con mis lentes reibón en uno de esos veranos bien bonis antes de que mi vida cambie para siempre y me de cuenta que también soy Lola, o que Lola vive en mi, o que tal vez Lola Barcelona salió al mismo estilo de Tyler Durden en The Fight Club, y a veces, solo a veces me trolleaba. Pero hay cosas que nunca cambian, la esencia está ahí. Yo nunca cambié, solo me han salido más ojeras y se me han ensanchado las caderas.

No sé. Llegué a mi cuarto, prendí la computadora y por primera vez, mandando a la mierda todo ese discurso actual sobre el exhibicionismo en redes sociales, me dije a mi misma, ¿por qué no subir una foto mía? Claro está que tampoco he subido mi foto carnet de mi DNI que nisiquiera es azul, pero it's something, ¿cierto?

No ha sido mi día hoy, ayer tampoco lo fue. A veces cuando me pongo leer las cojudeces que escribo aquí (porque, créanme, cada día las veo más cojudas), me pregunto en qué momento llegará ese día que me avergonzaré tanto de estos vómitos de adolescencia perdida, o mejor dicho, de quemaduras de etapas, que ya ni seré capaz de leerlas por lo penoso que será. Pero bueno, la última persona que se debe anteponer a mis pobres delirios en el teclado, creo que debería ser yo, así que me haré una buena trolleada y a seguir tipeando, se ha dicho. Debo mencionar, que también me di cuenta que quizás no sea tan penoso como me lo imagino ahora, porque hay chicas mayores que yo que hacen cosas más penosas que yo y hasta ahora no se dan cuenta y tal vez nunca lo hagan. La madurez, quizás, solo quizás, es relativa. Quizás ser inmadura (desde mi punto de vista) en realidad es simplemente una característica más de la personalidad de alguien. O quizás deba decir, defecto (risas). Pero nuevamente, es mi punto de vista.

Se le dice Lola de cariño a todas las chicas que se llaman Dolores. Yo no me llamo Dolores. Pero quizás ese nombre, como explica Tyler Durden a Jack mientras le quema la mano con ácido, le da ese significado profundo sobre el dolor y el sacrificio que son esenciales para el buen vivir de la vida.

Tengo que aceptar, que tuve un par de meses que parecía una cachorrita asustada, cobarde ante cualquier situación que parecía peligrosa y prefería esquivarla o simplemente no darle la importancia debida para luego no tener que salir desilusionada. Pero creo que ya aprendí la lección que no podía estar así todo el tiempo. Fue una especie de autorrespuesta, ya que antes de esos meses de cobardía, había asumido totalmente el dolor como una cara más de la vida y eso hizo que llegue a un estado vegetal deplorable. Pero bueno, yo siempre tiendo a irme a los extremos. Aunque ahora, me atrevo a decir, que quizás estoy encontrando el punto medio. O al menos acepto que tampoco todo es perfecto.

¿Cómo es posible tener miedo a vivir cosas malas y a la vez ser realista? Pues, la respuesta está en el temor de tener que volver a vivir ciertas cosas. Pero bueno, uno jamás vuelve a cometer los mismos errores, o al menos eso intenta. No viviré las mismas cosas, pero quizás se vendrán cosas peores o mejores. Creo que debería recibir una estrellita en la frente por al menos ser realista, pero no dejar mis metas de lado. Quizá me reprimo a veces, pero es cierto que a veces, cuando uno aprende a no ilusionarse, uno es verdaderamente libre.

Ahora me encuentro en el valle de los sueños lúcidos. Más yo que nunca. Veo a mi lado, y veo a gente que vale la pena, veo a gente que me enorgullece, que admiro, que quiero y que agradezco. Veo a mi otro lado, y veo a gente que da pena, que me da asco, que simplemente me dan arcadas y no es necesario llegar a lo personal, simplemente hay gente que ... esperen, un momento, ¿dónde está el baño? Ay, Lola, Lola ... nunca cambias, ¿no? Siempre inconformista, siempre insaciable.

El morado sigue siendo mi color y aun no sé cocinar. No tendré vacaciones, pero para qué ya más vacaciones luego del invierno más frío de todos. No me he dejado de comer las uñas desde que ví una de las peores (mejores) películas gore que he visto en mi vida. Soy una persona muy desconfiada de los demás y no me gusta ilusionarme. Ya no me pongo sombras, pero me rizo las pestañas. Las puntas de mi cabello ahora se abren más rápido por habérmelo cortado después de tres años. No me he depilado las cejas en mucho tiempo. Me salieron un par de úlceras en el ojo izquierdo o derecho y ya no uso lentes de contacto. No quería enamorarme, pero parece que la primavera intervino y me enamoré o, quizás deba decir, me enamoraron, hasta ahora no lo sé bien, pero al fin y al cabo, me enamoré y es hermoso (así super cursi y cliché). Fumaba una cajetilla de 10 al día. Creo que una de las experiencias más traumantes de mi vida, fue ver dos notas rojitas en mis promedios finales, pero nada está dicho, porque aun sigo convencida que es injusto y que no me lo merezco. Díganme empollona o todo lo que quieran, pero mis notas me preocupan más que cortarme el cabello o comer calorías. Me emociono como mierda cuando escucho xilófonos en canciones. Me gusta caminar por la calle, observar y escuchar. Ya no sufro de insomnio, pero no hay nada más exquisito que luchar contra tus propios párpados por causas que valen la pena. Hace un calor inimaginable en Lima, la hermosa, y no quiero ir a la playa. No armaré ese arbol con muchos adornos en mi casa por estas fechas y me llega. 

Mueran humanos.

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Agua?

Agua y sed. Serio problema.

Yo ya no sufro de insomnio, ¿saben? Pero antes sí tenía problemas graves respecto a esa cojudez. Supuestamente el insomnio tiene tres fases: inicial (cuando no puedes conciliar el sueño), intermedio (cuando te despiertas seguido en una noche) y terminal (cuando te despiertas muy temprano). Lo bizarro en mí, era que yo no pasaba ni por la segunda ni tercera fase, porque simplemente me quedaba atascada en la primera y no dormía en días, semanas...pero cuando estaba en contacto con los otros seres humanos, tampoco estaba realmente despierta. Etapas bastante surreales de mi vida.

Sin embargo, últimamente me despierto a mitad de la noche. Y no es insomnio, porque duermo a la hora que se me da la reverenda gana y me despierto muy tarde. Pero generalmente, me despierto a las 2 de la mañana a causa de una pesadilla horrible, o sino me despierto a las 6 de la mañana y por tratar dormir de nuevo, el karma me la devuelve con otra pesadilla y me despierto a las 9 de la mañana.Cada vez se hacen más seguidas, más bizarras y estoy esperando romper esa tormentosa relación que comenzó hace unos días.

Personas dentro de una caja de cristal y yo lanzaba esa caja de cristal. Sentía como poco a poco se desintegraba esa persona. Un grito ahogado. Me volvía una genocida. O sino veía como otros se volvían asesinos cuando lanzaban cajas de cristal que contenían humanos.

Pero el peor sin duda alguna, fue el que tuve en dos horas después de haberme despertado a las 6 de la mañana con una llamada de un teléfono público. Creo que este ha sido uno de los sueños que más recordaré. Agua me dijo, no me preguntó, me dijo. ¿Quería agua tal vez? No, no. Hablaba y me reía hasta que de la nada sentí que alguien me tocaba la cabeza. Yo simplemente detesto que me toquen la cabeza y en general que alguien tenga contacto físico conmigo. Solo dijo "agua" mientras me miraba y me acariciaba el cabello y yo espantada me levantaba de la silla donde estaba sentada. Todos me miraban y yo corría. Me persiguió alguien y yo lloraba sin parar y muy molesta. Volví. Seguía ahí con esa cara de trágico. Quería pegarle, quería destrozarlo con mis manos. Gritaba hasta que me quedaba sin voz. Gritaba que no tenía derecho a estar en espacios que yo voy seguido. Ese espacio era mío, era un recuerdo mío. Solo mío. No era un espacio público, no estábamos en un lugar, estaba en un recuerdo mío, estaba en un sueño mío. ¿Qué hacía ahí? Inmutado me seguía viendo con esa cara que parece que se va derritiendo y nunca se termina de derretir. Voces que hablaban de mi reacción. Caras conocidas. Escuchaba murmureos de gente que planeaba sacarle la mierda por mí. Yo sentía que estaba en un hoyo y no se iba. Dejé de gritar porque la bulla de la gente hablando se hacía más grande. Y es ahí cuando estas sola en una multitud de gente, más sola que nunca. Es ahí cuando todo se empezó a desvanecer. Un último grito. Una última mirada, le pregunté más molesta que nunca sobre sus estúpidas analogías y qué quería decir con agua. Me miró, no dijo nada. Agua...

Y ahora estoy bebiendo de un bebedero en mi universidad de noche. Todo vacío. No hay esa multitud de gente que hay en la tardes, que le da un ambiente cálido, pero 9 de la noche en ese lugar, era simplemente hermoso. La soledad en lugares que suelen estar poblados es más placentera que la soledad de tu cuarto. El agua roza mis labios. Empiezo a tomar, estaba helada, esa temperatura que tanto me gusta.Llega un momento que ya no la tomo y simplemente dejo que choque con mi boca entreabierta para sentir la insipidez del agua con mi lengua. Ahora recuerdo, agua...